Cambian los años pero no la importancia de los hechos que, como en ese glorioso 1810, y un 25, cambiaban la historia.
El 25 conmemoraremos una vez más las gloriosas jornadas de Mayo de 1810. Me parece oportuno, sin buscar interpretaciones esotéricas o numerológicas, recordar que hubo otros 25 de Mayo, que también conmocionaron a nuestra Patria y a nuestra América:
1809 - CHUQUISACA –Y CUAL LLORAN BAÑADOS EN SANGRE– POTOSÍ, COCHABAMBA Y LA PAZ. El fin del dominio español en América fue una emancipación, a diferencia de Asia y África en el siglo XX, donde la diferencia entre dominantes y dominados se expresaba hasta en el color de la piel. La revolución hispanoamericana la hicieron los criollos, cuando no peninsulares arraigados, y con acompañamiento menor de pueblos indígenas.
Un año antes del mayo porteño, en la altoperuana Chuquisaca, estalló una revolución premonitoria. Se trataba de la región más rica y más poblada del Virreinato del Río de la Plata, contaba con la Universidad más prestigiosa y con el único tribunal superior de justicia.
Gobernaba Baltasar Cisneros. Había llegado a una Buenos Aires hostil, donde el pueblo en armas, que había expulsado a los ingleses, no estaba bien dispuesto frente a los burócratas que llegaban de España.
La Junta de Sevilla, proclamó en enero de 1809 "que los vastos y preciosos dominios que España posee en Indias no son propiamente colonias o factorías como las de otras naciones, sino parte esencial e integrante de la Monarquía Española". Un reconocimiento de la autonomía criolla.
Ante la inminente caída de la península frente a Napoleón, la universidad altoperuana hizo público lo que se llamó el silogismo de Chuquisaca: A la pregunta: ¿Debe seguirse la suerte de España, dominada por los franceses, o resistir en América?, se respondía:
Premisa mayor: Las Indias son un dominio personal del rey y no de España.
Premisa menor: El rey está impedido de reinar.
Conclusión: Luego, las Indias deben gobernarse a sí mismas desentendiéndose de España.
El 25 de mayo de 1809, en la Plaza Mayor de Chuquisaca estalló el levantamiento. La rebelión se expandió, con el apoyo de indios y mestizos. Pero fue sangrientamente reprimida. Sólo para postergar el levantamiento inevitable del continente entero.
1810 - BUENOS AIRES –SE LEVANTA A LA FAZ DE LA TIERRA – UNA NUEVA Y GLORIOSA NACIÓN. Un año después, todos esperaban la conquista de España por las bayonetas francesas. Cuando llegó la noticia, los porteños se apresuraron a tomar el poder, antes de que los afrancesados de la península nos convirtieran en franceses o desembarcaran, como cuatro años antes, los ingleses, o la corte portuguesa instalada en Río de Janeiro, extendiera sus dominios hacia el sur. ¿Quién podía imaginar que el invencible Napoleón sería expulsado por los españoles?
Juan José Castelli fue el vocero de los revolucionarios. El jefe del regimiento de los orilleros porteños, Cornelio Saavedra, no se mantuvo en silencio. Aunque se lo suele definir como un conservador, fue el que afirmó "y no quede duda de que es el pueblo el que confiere la autoridad o mando".
Dentro de la Junta hubo enfrentamientos, que algunos quieren llevar hasta el no demostrado asesinato de Moreno por la aún menos probada instigación de Saavedra, pero formaron parte juntos del llamado Primer Gobierno Patrio. El presidente de la Junta había nacido en Potosí, hoy Bolivia, lo que no lo hacía menos argentino. El nombre Argentina se había originado en el equívoco que los indios habían producido en Sebastián Caboto, cuando le hablaron de una montaña de plata que había tierra adentro y el veneciano corrió a buscar, sin comprender la inmensa distancia que separaba el cerro argentino de las costas del Paraná. Gaboto no llegó nunca al monte de sus desvelos, pero sí le dejó el nombre al río, hasta entonces De Solís, y hasta ahora De la Plata. De ahí tomaría Martín del Barco Centenera el título de su poema "La Argentina", el país de la plata, publicado en 1602.
1973 - CÁMPORA AL GOBIERNO - PERÓN AL PODER. Entre 1955 y 1973, las mayorías fueron excluidas de la vida política. Estas no aceptaron su eliminación. Uno tras otro, fracasaron los métodos seguidos para hacer desaparecer hasta el recuerdo del peronismo, hasta que el dictador Lanusse imaginó que había que comprar a un Perón que imaginaba venal, ofreciéndole su reivindicación a cambio de sus votos. Para el propio Lanusse.
Al fracasar, el dictador inventó una disposición que volvía a excluir al líder, de las siguientes elecciones. Desde Asunción, adonde el General había viajado, hizo saber al Congreso Justicialista que su candidato sería su delegado personal, Héctor Cámpora. Era un nuevo desafío, ya que era casi el mismo Perón a los ojos de sus enemigos. Pese a poder hacerlo, Lanusse no se animó a insistir con las proscripciones.
La Juventud Peronista no tenía un candidato propio, y reaccionó con excelentes reflejos, y levantó la inspirada consigna: "Cámpora al gobierno, Perón al poder". Sólo quedaba la esperanza de aprovechar el invento de la segunda vuelta electoral, que juntara todos los votos no peronistas detrás de la fórmula radical. Esta no aparecía como augurio de futuro. El aparato partidario impuso las candidaturas de Ricardo Balbín, y del veterano dirigente Eduardo Gamond. Sus opositores internos se burlaban de la senectud de la fórmula: "¡Balbín-Gamond, Tutankamón!"
El 11 de marzo, Cámpora obtuvo 5.907.464 votos y la UCR 2.537.605. Pese a que los vencedores no alcanzaban el 50%, Balbín reconoció que no tenía sentido la segunda vuelta. El 25 de Mayo asumió la presidencia. La plaza de Mayo atronaba: "Duro, duro, duro. A la segunda vuelta se la meten en el culo."
2003 - UN IGNOTO PINGÜINO - "NO DEJARÉ MIS CONVICCIONES". La tiranía sangrienta del '76 y la defraudación de los '90 alejaron a los argentinos de la política. La transmisión de la historia y del compromiso político de padres a hijos fueron adormecidos por quienes no querían que sus hijos sufrieran el castigo soportado por la generación anterior. A eso se sumó el descreimiento alimentado por la visión entre comercial y delictiva de la política más reciente.
El flaco bizco y desaliñado que el 25 de Mayo de 2003 recibió el bastón de manos de Eduardo Duhalde, era imaginado por algunos como el muñeco de un ventrílocuo. Mariano Grondona, Censor de la Democracia, habló de un títere que Duhalde manejaría a su capricho. No pensaban lo mismo los que lo conocían, y él mismo hizo notar el error el día que asumió, cuando enloqueció a la custodia mezclándose imprudentemente con la multitud, hasta tener que hacerse curar una herida en la frente, por el golpe de una cámara de fotos que no respetó la investidura. Poco antes había anunciado que se disponía a "fijar, junto a todos los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo, para de esa manera crear futuro y generar tranquilidad. Sabemos adónde vamos y sabemos adónde no queremos ir o volver."
El general Ricardo Brinzoni, jefe del Ejército de De la Rúa y Duhalde, quería permanecer en el cargo y lo hizo saber. Al día siguiente era remplazado: "Analizar y caracterizar las conductas del poder político no es función que le corresponda a un militar. Sorprende que después de lo que ha vivido nuestra patria se le pida a la sociedad o se pretenda agradecimiento por respetar la Constitución."
Iniciada, con dificultades, la reactivación de la economía, con una industria renaciente y un impulso hacia el desarrollo de la obra pública, era prioritario reconstruir las relaciones financieras internacionales. Kirchner presentó una propuesta para salir del default, y obtuvo una quita del capital adeudado del 75 por ciento. Poco después, se canceló la deuda con el Fondo Monetario Internacional, recuperando autonomía de gestión.
La Corte Suprema estaba profundamente desprestigiada. El presidente estableció por decreto cambios para la designación de nuevos ministros, limitando la discrecionalidad presidencial. Kirchner aseguró que "No nos interesa conformar una Corte adicta, y no nos sirven las viejas tácticas".
El 24 de marzo de 2004, al cumplirse el vigésimo octavo aniversario de la dictadura, el presidente convocó a un acto en la Escuela de Mecánica de la Armada, que fue desalojada del predio, y este convertido en Museo de la Memoria. El mismo día, en el Colegio Militar, ordenó al general Roberto Bendini que quitara los cuadros de los dictadores Videla y Bignone de la galería de directores de la institución.
El 25 de Mayo de 2003, el desconocido pingüino de Santa Cruz lo había anunciado: no dejó sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada