jueves, 10 de diciembre de 2015

¡¡¡PINEDO PRESIDENTE (cautelar)!!!



En su obra El Inglés Juan Carlos Gené hacía decir a un asombrado invasor Beresford ¿Qué hace un Pinedo entre nuestros enemigos? Este era otro Pinedo. Luego la familia se encaminó.

En 1833, otro Pinedo se rindió heroicamente a los ingleses para que se quedaran con las Malvinas. Claro, los otros tenían más cañones y el coraje no es para todos.

El que llamamos el viejo Pinedo, el del Banco Central que no era de la República que inventaron los conservadores en 1935, era un abanderado del cipayaje. Había debutado como socialista pero lo echaron del partido por casarse por la Iglesia, aunque siempre dijo ser marxista (porque trabajaba para agudizar la contradicción entre ricos y pobres). Luego fue ministro del fraudulento Justo y fue el factótum de la renovación de la dependencia.

Siendo ministro contó en el Congreso –porque lo habían descubierto los diarios- que como abogado de las empresas de ferrocarriles ingleses había cobrado una millonada de libras por confeccionar un plan para comprarles los ferrocarriles a alto costo.

Pero tuvo que llegar el siglo XXI para que la familia tuviera un presidente. En parte, por cortesía de Cristina, que recomendó al bloque mayoritario de FPV que le diera la vicepresidencia del Senado porque, aunque sólo tiene cuatro senadores, su bloque era el del presidente electo.

Hasta tuvo la elegancia de agradecerle a la presidenta el gesto. Pero no repitió la conducta cuando la parte corrupta del Poder Judicial –que no la Justicia- le regaló una presidencia de doce horas mediante una payasesca medida cautelar.

Así, Federiquito alcanzó la cúspide a que siempre aspiró su linaje. Cautelar y todo, es (escribo a las 0nce de la mañana del 10 de diciembre) “presidente”.

Sin embargo, no tendrá tiempo de desnacionalizar el Banco Central ni de firmar tratados humillantes con el príncipe de Gales o los plebeyos buitres. Ya hay otroa –el presidente a la cabeza- que lo harán por él.



Por suerte, ayer, en Plaza de Mayo, se mostró que sigue habiendo un pueblo que se puede despertar y dejar de votar contra la Cadena Nacional y a favor de la abolición de la Asignación Universal, o Aerolíneas, o el Anses, o la dignidad de no presentar los planes económicos ante el Tesoro norteamericano antes que a sus futuras víctimas.

La Historia no termina hoy.



Enrique Manson

10 de diciembre de 2015

miércoles, 9 de diciembre de 2015

GRACIAS CRISTINA Y HASTA SIEMPRE

GRACIAS CRISTINA Y HASTA SIEMPRE
A pesar de las bombas
de los fusilamientos
los compañeros muertos
los desaparecidos
no nos han vencido

Hacia 1997 o 1998, yo daba clases de historia argentina del siglo XX en un instituto de formación docente. Se cursaba el último año de la carrera, el cuarto, y los alumnos eran muchachos grandes, que ya habían recibido tres años de formación. Tenían ya un conocimiento más que mediano de nuestra historia. Me conocían a mí –había sido su rector durante todos esos años- y sabían de mi pensamiento político, histórico y social.

No me acuerdo en que circunstancias comenté que me parecía imposible que llegara a ver en vida una Argentina como la que siempre había soñado. Habíamos pasado el horror de la tiranía criminal, el alfonsinismo no había querido o sabido encontrar el rumbo, y vivíamos el triste carnaval del menemismo; las perspectivas no eran las mejores.

Alguna vez, Saúl Ubaldini contó cómo había conocido el mar. Alumno destacado en la escuela primaria, el futuro líder de la CGT ganó un concurso cuyo premio consistía en un viaje a la Colonia Turística de Chapadmalal, cerca de Mar del Plata.
Muchas veces me tocó escuchar cómo chicos contemporáneos míos habían llegado por primera vez a los zapatos de cuero, a la pelota de futbol, a la muñeca, gracias a Evita o a Perón.
Yo viví una niñez de clase media. No en la riqueza, pero tampoco había padecido privaciones. Siempre que los necesité tuve zapatos de cuero, no me faltó la pelota de futbol y, como se puede suponer, sólo mi hermana menor jugaba con muñecas.
Mi adhesión al peronismo surgía de ideas y valores y se había fortalecido con el estudio.
En los últimos años del siglo pasado y los primeros del XXI la catástrofe sufrida por la Argentina fue destruyendo todos y cada uno de los logros de muchos años de construcción. Especialmente de aquello que se había construido entre 1943 y 1955. Y yo sufría –como la gran mayoría- al ver que se alejaba hasta la esperanza de recuperar algo de lo perdido.
En esas circunstancias se produjo aquél diálogo con mis alumnos. Yo creía que no iba a alcanzar a ver Una Patria Grande y un Pueblo Feliz. Ellos trataron de consolarme diciéndome cosas como: Profe, pero usted no es tan viejo. Y el tan sonaba así, resaltado y en negrita. Y yo les contestaba, resignado, Pero no voy a vivir hasta los 100 o 120 años, y nuestra Patria no se va a recuperar antes.
Sin embargo, desde un 25 de mayo de 2003 las cosas empezaron a cambiar, cuando un flaco de la Patagonia anunció que no dejaría sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada. Y lo empezó a cumplir al día siguiente. Y las cosas siguieron con su mujer.
Y hoy yo también puedo decir que gracias a Néstor y Cristina tuve mis primeros zapatos de cuero. Que no fueron un par: La industria recuperada, el regreso de las paritarias, la jubilación para los viejos que no se tenían aportes, la asignación por hijo, el juicio y castigo a los peores criminales de nuestra historia, la recuperación de YPF y de Aerolíneas Argentina, la Unidad Latinoamericana. Y como para estrujarme el corazón y hacerme llorar a baldes en la Vuelta de Obligado, la recuperación de nuestra Historia.
Hoy estamos tristes por la que deja la presidencia. Sentimos, pese a nuestros años, el vacío y la soledad. Nos preocupa la orientación que ya insinúan los inspiradores del cambio, porque más allá de torpezas menores como las idas y venidas de aguinaldo y el impuesto a las ganancias, hay hechos gravísimos. Ya nos habíamos acostumbrado a que los planes económicos no se presentaran al departamento del Tesoro antes que al pueblo argentino. La canciller anuncia que no hay que asustarse del ALCA y amenaza a Venezuela. Los capos de las grandes empresas ocupan ministerios y los acompaña el hijo del jefe de la que fue CGT oficialista durante la tiranía de 1976.
Pero mañana, o pasado, recuperaremos el ánimo. Recordaremos la consigna popular que hemos mencionado
Hemos pasado momentos peores. Y sí, hubo bombas, hubo fusilamientos, compañeros muertos y desaparecidos, pero siempre renacimos. Porque la vocación de tener una Patria Libre y un Pueblo Feliz no ha muerto ni va a morir nunca.

Y a Cristina le decimos gracias por el regalo de doce años con los que parecía absurdo soñar, y le decimos hasta siempre, porque sabemos que la seguiremos teniendo a la cabeza del pueblo argentino.


Enrique Manson
Diciembre de 2015

viernes, 20 de noviembre de 2015

Día de la Soberanía Nacional-Discurso del Concejal Rodolfo Toto Manson en San Martín de los Andes

Vecinas, vecinos, autoridades, pueblo de San Martín de los Andes, buenos días.
Hace hoy 170 años que en la otra orilla de la Patria, sobre el río Paraná, un Pueblo heroico, audaz y valiente, enfrentaba con astucia y con coraje la soberbia de los dos Imperios que con la fuerza de las armas y de sus inmensos recursos económicos imponían su ambición en todo el mundo.
Eran los tiempos de la expansión Inglesa y francesa que en nombre de la Civilización que pretendían imponer, llevaban su saqueo y sus crímenes al globo, para extraer las materias primas de los territorios sometidos y alimentar sus industrias, estableciendo un nuevo sistema  colonial.
La ambición Capitalista no estaba dispuesta a tolerar que en las tierras donde fueron rechazadas las invasiones de 1806 y 1807, se pongan límites al modelo que convertía a las periferias en territorios extractivos, proveedores de materias primas y compradores de las industrias que multiplicaban sus ganancias con sus mercados globales.
Los mismos que se dedicaron a la piratería en el Caribe, al tráfico de esclavos en África  y a contaminar de opio el Oriente, buscaban con las armas, lo que su diplomacia no había logrado: penetrar libremente el territorio nacional, inundándolo de telas de Manchester y tejidos de Liverpool, en detrimento del incipiente desarrollo de las industrias artesanales del Noroeste argentino, incapaces de enfrentar la maquinaria británica sin protección aduanera.
Esa mañana en Obligado, la astucia de los soldados gauchos del General Lucio Mansilla, había atravezado el río con tres enormes cadenas, sujetas a barcos con explosivos, y disponiendo en la costa baterías de apoyo para dañar y dificultar la ofensa del paso por el litoral Argentino de las armas y el comercio Imperial.
Doscientas cincuenta vidas quedaron en esas orillas. Seiscientos cuarenta y nueve más quedaron en las Islas Malvinas muchos años después. 
La dignidad de la defensa encarnada por ese Pueblo, conducido por Don Juan Manuel de Rosas, concluyó con el levantamiento de bloqueo Inglés en 1847 y del Francés en 1848.
El general San Martín  tras estas acciones dispuso que  “El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sur le será entregado al general Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.
No faltaron en esos tiempos los cipayos y entreguistas, que en medio de la defensa patriótica planeaban cómo disponerse ante un escenario de derrota de las posturas nacionales. No faltaban los miserables que apostaban a los poderosos del mundo en contra de su propio Pueblo. No faltaba la palabra timorata que hablaba de civilización en medio de las masacres.
Hoy, a diecisiete siglos, de nuevo y cada día esta en juego la Patria. Hoy también el mundo es testigo de la depredación capitalista expresada en la cultura del descarte, que depreda la Tierra y depreda a la humanidad, con sus secuelas sangrantes de bombardeos en medio oriente y su repique de terror en Europa.
Hoy la especulación financiera y la voracidad de los buitres pretenden volver a doblegarnos. Quieren volver a castigar nuestra insolencia. Y quieren que los recursos naturales, el petróleo de Vaca Muerta, los acuíferos, y la inmensa capacidad de producir alimentos  vuelvan al control de la banca y los organismos internacionales.
Hoy los espejitos de colores y los globos en las esquinas deslumbran a más de un distraído.
Pero como en 1845, será tarea del Pueblo defender sus propios intereses, su propia dignidad, honrar a aquellos que fueron sangre y labor para su Patria, honrar a los caídos en Obligado y en Malvinas, que fueron escondidos y ahora son causa de la Patria Grande de América del Sur. 
Será tarea de cada uno cumplir con nuestra historia y nuestro presente, pero sobre todo será nuestra tarea cumplir con cada niño y con cada niña, con cada uno de los que está naciendo, hacerlos crecer en un país Libre y Justo, que no quede esclavo de ningún interés extranjero.
Será tarea nuestra tener memoria y tener futuro, hoy en cada rincón de la Patria, recordando a los Héroes de la Vuelta de Obligado, sembrando un mañana de dignidad abonado en nuestra tierra, para cumplir con nuestro deber de Pueblo

lunes, 16 de noviembre de 2015

EL DÍA DE LA MILITANCIA (17 DE NOVIEMBRE DE 1972)

Entre 1955 y 1973, la Argentina vivió una guerra larvada que le impidió alcanzar una relativa estabilidad.
Los enemigos del peronismo se propusieron terminar hasta con el recuerdo de la década 1946-1955 a través de la represión, de la proscripción, de la “integración”, de la dictadura sin plazos que se extendería hasta la muerte del Líder.

Desde septiembre de 1955 las universidades acompañaron la desperonización del país. Los estudiantes habían sido refractarios al peronismo y se embanderaron en la restauración liberal. La intervención de José Luis Romero en la Universidad de Buenos Aires, designada por el gobierno de Aramburu, inició la sistemática eliminación de profesores peronistas y nacionalistas

La Noche de los Bastones Largos bajo la dictadura de Onganía, fue un punto de inflexión. Las “hordas marxistas” que la febril imaginación de los centuriones creía ver atrincheradas en los edificios universitarios fueron apaleadas por la Federal sin otra resistencia que las protestas por lo arbitrario del procedimiento. A las pocas horas la paz reinaba en los claustros.

Sin embargo, tras un período de tranquilidad las universidades empezaron a vivir experiencias inéditas. Onganía entregó la economía a representantes del establishment liberal, mientras católicos y nacionalistas más o menos fascistoides recibían los estudios superiores. Inesperadamente, esto dejó espacio para que –entre los fieles a la Revolución Argentina- se filtraran algunos nacionalistas populares y varios católicos en tránsito hacia el peronismo. A la Doctrina de la Seguridad Nacional desde las universidades se empezó a responder con la Teoría de la Dependencia expresada políticamente por docentes y estudiantes peronistas unos y marxistas otros.

Así nacieron las Cátedras Nacionales, con el economista Gonzalo Cárdenas, el sacerdote Justino O’Farrell, Roberto Carri, Horacio González, Ernesto Villanueva, Alcira Argumedo, Fernando Álvarez. Aparecieron nuevas publicaciones; Antropología del Tercer Mundo y Envido, que se convertiría en un clásico de los peronistas revolucionarios. “Entonces, además de Trotsky, Lenin, Sartre o Fanon, algunos… empezaron a leer a Scalabrini Ortiz, a Hernández Arregui, los ‘pensadores nacionales’” (Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, La Voluntad,)

Desde sectores cristianos y nacionalistas llegaron otros, como JAEN, el Integralismo de Córdoba, de Carlos Guido Freytes y Juan Cateula, que aportaba social cristianos y nacionalistas, el Ateneo de Santa Fe, rompía con los católicos tradicionales, la UNE de la Universidad del Nordeste y la Unión de Estudiantes Nacionales que conducía Julio Bárbaro.(Perdía, Roberto Cirilo, La otra historia ) Este destacaba la condición nacional y popular de los nuevos peronistas, señalando sus diferencias con los marxistas, cuyo intelectualismo los alejaría del pueblo de carne y hueso: “Para la muchachada que hoy sale a la calle, sus padres históricos son el federalismo, el yrigoyenismo y el peronismo. Nos importan un bledo Marcuse y Marx. Sólo el pueblo es el eje histórico de la emancipación.” (Gillespie, Richard, Soldados de Perón) Para Gillespie, “por supuesto, los verdaderos padres de la mayoría de ellos eran antiperonistas, o no peronistas.”

Entre 1946 y 1955 Perón había ganado las elecciones con más de la mitad de los votos, no sólo con la clase trabajadora. Muchos provenían de los sectores medios, pero es cierto que la masa de la oposición se reclutaba entre los profesionales, los estudiantes universitarios, los pequeños comerciantes, los pequeños y medianos rentistas y otros grupos similares. Molestos algunos por la afiliación compulsiva, el luto obligatorio o -de un modo más mezquino- por el ascenso de los negros que se ponían a la altura de la gente bien. Durante el gobierno de la Revolución Argentina muchos de ellos vivieron una conversión casi religiosa hacia la causa justicialista.

Tras una primera expectativa esperanzada, la dictadura de Onganía defraudó a las clases medias. Este estado de ánimo abonó su conversión. La preocupación por la cuestión social, ahora enmarcada en una orientación nacional y en una progresiva incorporación de las problemáticas del tercer mundo, hizo que muchos descubrieran a Hernández Arregui, Jauretche, Ortega Peña y Duhalde, Jorge Abelardo Ramos, Pepe Rosa y Puigross, Un paso más adelante estaría el clásico de Perón: “Conducción política” (Perdía, Roberto Cirilo, La otra historia)

La conversión ideológica tenía un componente generacional muy importante que se relacionaba con la instalación, en la Argentina y en el mundo, de la juventud como categoría política. Estaban movilizados por un espíritu contestatario de los valores de la sociedad consumista y admiraban a los líderes de los pueblos del Tercer Mundo.

Conscientes de la condición dependiente de la Argentina, muchos descubrieron que en su propio país existía un liderazgo nacionalista y liberador, apoyado en las mayorías obreras. Que estaba proscripto desde 1955 y que se alternaba una farsa de democracia tutelada y dictaduras militares, la última de las cuales consolidaba la dependencia económica, e incrementaba la represión interior hasta el extremo de perseguir a las chicas de minifaldas y considerar subversivo que los varones usaran barba o pelo largo.

Esta juventud, idealizó la figura del guerrillero, en la persona del Che Guevara, y redescubrió a Perón. El viejo Líder, ya de más de 70 años, empezó a recibir la visita de peregrinos juveniles. Los cineastas Fernando Solanas y Octavio Getino filmaron un largo reportaje, que se convirtió en la película "Actualización doctrinaria para la toma del poder", en la que ponía a la juventud en el protagonismo.

La nueva visión que tenían de la historia reciente y del rol liberador del peronismo hizo que los nuevos conversos llegaran cargados con la sensación de haber estado –ellos o sus padres- en el bando equivocado. Eso los llevaría a radicalizar su fervor y las demostraciones de lo profundo de su conversión. Serían los militantes de clase media recientemente incorporados quienes estarían más apurados por asumir firmemente los mitos y rituales del peronismo histórico y por sumarse a las acciones más arriesgadas, sin excluir la militancia en las organizaciones armadas, por supuesto. Ellos asumirían fanáticamente un evitismo que a veces usarían para diferenciarse de la burocracia partidaria.

En marzo de 1971, el general Alejandro Lanusse asumió personalmente la dictadura. Sabía que las horas de la Revolución Argentina estaban contadas, y se preparó para heredarse a sí mismo mediante un proceso electoral.

Consiente del fracaso de los planes anteriores, intentó sobornar a Perón, que se vendería por un busto en la Casa de Gobierno y el pago de los sueldos de ex presidente no abonados, y la devolución de los desaparecidos restos de Evita. A cambio, apoyaría a Lanusse en los próximos comicios. El proyecto se basaba en el mito del viejo corrupto que habían inventado y no tuvo más éxito que los anteriores.

Pero Perón conducía un movimiento que había resistido todos los intentos de destruirlo, contaba con el movimiento obrero organizado y acababa de incorporar a una juventud entusiasta, dispuesta a jugarse el todo por el todo. Ella fue la creadora de la consigna ¡Luche y vuelve!

Hasta muy avanzado el proceso del Retorno, Lanusse, y la camarilla militar, no lo creyeron posible. Sin embargo, el delegado personal del General, Héctor Cámpora difundió un mensaje el 17 de octubre de 1972, que decía: “He resuelto regresar al país. Lo haré a la mayor brevedad posible y cuando el Comando Táctico del Movimiento me lo indique como oportuno. Al hacerlo deseo que los compañeros de todo el país lo tomen como un gesto de paz y así procedan. Las circunstancias decidirán luego sobre la conducta de todos.”

Mientras el Líder viajaba a Roma y se reunía con la delegación que lo acompañaría en su retorno, en Buenos Aires los militares oscilaban entre el desconcierto y la furia asesina. “A mi la negrada no me va a hacer otro 17 de Octubre”, le habría dicho el presidente a Antonio Cafiero, en una entrevista privada. El que más adelante sería tristemente célebre Eduardo Massera le dijo a un periodista:

“-Si se atreve a venir le tiramos el avión abajo.”

Pero se atrevió. El 17 de noviembre, pese al enorme operativo de seguridad que impidió a los miles de partidarios movilizados que lo recibieran en Ezeiza, Perón aterrizó en territorio argentino.

Posado el Charter en tierra, ascendió el comodoro Salas, a quien Perón comenzó a llamar “brigadier”, para incomodarlo:

“-Usted puede descender acompañado, únicamente, por tres personas. Deberá dirigirse directamente al Hotel Internacional. Puede optar también por permanecer en el avión o regresar. Le ruego manifieste cuál es su decisión.

Perón puso en pie su metro noventa.

-No, no, vamos a bajar. Si no, ¿para qué vinimos?” (Bonasso, Miguel, El presidente que no fue)

Después de pasar la noche en el Hotel Internacional de Ezeiza, con una ametralladora apuntando a la puerta de salida, al amanecer del 18 lo abandonó y se dirigió a su casa de Vicente López.

Los días siguientes conmovieron la política argentina. Gaspar Campos fue un largo desfile de partidarios y de oportunistas, mezclados con gran cantidad de gente que empezaba a creer que Perón era la única garantía de salida para el país. Los bombos de la JP atronaban de tal manera que por fin el Líder, asomado al balcón en pijama, pidió, y obtuvo, silencio para dormir unas horas.

Entre los innumerables visitantes que recibió en esos días, se destacaba Ricardo Balbín, que había suspendido una gira política al saber del retorno, y que tuvo que saltar una tapia para entrevistarse con el que llamaría su “antiguo adversario”.


El 20, Perón reunió a los dirigentes de una veintena de partidos, sectores sindicales y del sector empresario. Se ponía en el centro de la escena, mientras el gobierno quedaba desconcertado.

Lanusse, al comprender que su plan fracasaba, quiso arrastrar a Perón en su caída y estableció una norma que proscribía como candidatos a los que el 25 de agosto no estuvieran en el país u ocuparan cargos: es decir Perón y Lanusse. ¿Quién reemplazaría al Líder? El sector sindical insistió en Perón, lo que hubiera condenado a una nueva proscripción. Desde Asunción, adonde el General había viajado, hizo saber que su candidato sería Héctor Cámpora.


Enrique Manson 

Noviembre de 2015

lunes, 2 de noviembre de 2015

MES DE LA SOBERANÍA NACIONAL II

Inicia noviembre y nos preparamos para conmemorar el día de la soberanía nacional, el mismo se recuerda el 20 de noviembre, en homenaje a la Batalla de la Vuelta de Obligado, en la cual las tropas argentinas combatieron valientemente contra las naves anglo francesas. Defendiendo nuestro territorio y nuestra soberanía naciente, en este mes compartiremos textos, relatos, reflexiones e incluso poemas sobre la temática.
MONUMENTO HOMENAJE A LA BATALLA DE LA VUELTA DE OBLIGADO

miércoles, 28 de octubre de 2015

MES DE LA SOBERANÍA NACIONAL

Se viene noviembre y en la Biblioteca José María Rosa nos preparamos para conmemorar el día de la Soberanía Nacional instaurado a pedido del historiador José María Rosa y por medio de la Ley n.º 20.770 el Congreso de la Nación, el cual instauró el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional, en conmemoración de la batalla de la Vuelta de Obligado.

martes, 27 de octubre de 2015

NÉSTOR KIRCHNER, UN HOMBRE DE LA PATRIA GRANDE

Los argentinos esperábamos la visita del censista. Escuchábamos distraídamente la radio cuando creímos oír que “el ex presidente Néstor Kirchner, figura central de la política nacional de los últimos tiempos, murió esta mañana como consecuencia de un paro cardiorespiratorio”. 

La tragedia de 1976 vació la política. Los padres no querían que sus hijos sufrieran el castigo soportado por la generación anterior. Luego vino el descreimiento por la visión entre comercial y delictiva de la política más reciente. 
El flaco bizco y desaliñado que había recibió el bastón el 25 de mayo de 2003, era imaginado por muchos como el muñeco de un ventrílocuo. Mariano Grondona, convertido en demócrata, habló del Cámpora de Duhalde, que éste manejaría a capricho.
Acababa de anunciar que se disponía a “fijar, junto a todos los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo...”
El pueblo había “marcado una fuerte opción por el futuro y el cambio.” Porque “nuestro pasado está pleno de fracasos, dolores, enfrentamientos, energías malgastadas en luchas estériles... Al punto de enfrentar seriamente a los argentinos entre sí.”

“Se intentó reducir la política, el gobierno, a la mera administración de las decisiones de los núcleos de poder económico con amplio eco mediático, al punto que algunas fuerzas políticas en 1999 se plantearon el cambio en términos de una gestión más prolija pero siempre en sintonía con aquellos mismos intereses.”
Se requería un cambio que implicaba “medir el éxito o el fracaso de la política desde otra perspectiva.” Había que “reconciliar a la política, a las instituciones y al gobierno, con la sociedad”. En lo social, la justicia se alcanzaría “en una Argentina… donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo”. Había que “recuperar los valores de la solidaridad y la justicia social protegiendo a los sectores más vulnerables de la sociedad... El Estado es “el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades.”
Pero si hubo una frase que definió lo que sería la nueva política fue: “No voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno”. 

Días antes de asumir, el periodista Escribano, escribió que “la Argentina ha resuelto darse gobierno por un año”. Washington “no veía con buenos ojos a Kirchner”. Seguía un pliego de condiciones a las que el presidente debía allanarse.
El presidente respondió con energía desbordante. En Entre Ríos no habían empezado las clases por huelga docente. Al día siguiente de asumir, viajó con el ministro Filmus, a Paraná. Solucionó el conflicto y los chicos tuvieron clases. Filmus recordaría, años después, que en esos días le dijo, mirando las manifestaciones de la Plaza, “Daniel. Yo nunca voy a reprimir.”

El general Brinzoni, jefe del Ejército, quería permanecer en el cargo y lo hizo saber. A los cuatro días era un retirado. Lo reemplazó el general Roberto Bendini, cocido de Río Gallegos.

El Congreso no había terminado con la cuestionada Corte menemista. El presidente denunció a su titular, Julio Nazareno. Incondicional de Menem, había intentado presionarlo. No hizo falta utilizar los “remedios” que Kirchner había exigido, pues renunció para evitar el juicio político.

Iniciada, con dificultades, la reactivación de la economía, con una industria renaciente y un impulso hacia el desarrollo de la obra pública, era prioritario reconstruir las relaciones financieras internacionales. Kirchner presentó una propuesta para salir del default. Esta contemplaba reducción del capital adeudado de 75%, aunque no gustaba al Fondo Monetario Internacional y sus seguidores. La firmeza del presidente quebró resistencias y provocó una quita récord. Poco después, se canceló la deuda con el FMI.

El punto final, la obediencia debida, y los indultos de Menem mantenían la impunidad de los criminales. La apropiación de bebés, no prevista en esas leyes, permitió detener a Videla y a Massera. Jueces y congresistas anularon la impunidad. La nulidad se extendió a todas las responsabilidades. 

El 24 de marzo de 2004, a los 20 años de la dictadura, la Escuela de Mecánica de la Armada fue desalojada de su predio, convertido en Museo de la Memoria. En el Colegio Militar, Kirchner ordenó al general Bendini que quitara los cuadros de los dictadores Videla y Bignone de la galería de directores de la institución.

Ese 28 de octubre, los argentinos redescubrieron la pasión política. El 25 de mayo de 2003, el desconocido pingüino de Santa Cruz no había dejado sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada.
Manson, Enrique
Artículo publicado en el suplemento Claves de la Historia - Miradas al Sur
25.10.14

viernes, 16 de octubre de 2015

"Creo que el peronismo es lo más parecido que hay tal vez a los argentinos" CFK SOBRE EL 17 DE OCTUBRE

"Creo que el peronismo es lo más parecido que hay tal vez a los argentinos"
CFK SOBRE EL 17 DE OCTUBRE
Cada día el peronismo tiene la oportunidad de crecer, por las cualidades propias de su surgimiento, por ser un movimiento inclusivo, trascendental, sustentado en los valores de justicia social, la independencia económica y la soberanía nacional. Por que su pensamiento y su movimiento es la base de la constitución de todos los pueblos que deseen ser soberanos, independientes y solidarios.
El peronismo es todos y todas; al servicio de todos y todas. El peronismo es el pueblo en movimiento.
Hoy en una nueva entrega de las Publicaciones de la Biblioteca y Centro Documental José María Rosa,compartimos con uds. algunas reflexiones  de nuestra Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner,  a través de los años sobre este movimiento que nos identifica.
CFK SOBRE EL 17 DE OCTUBRE

Sobre el 17 de octubre de 1945, "les hablo"...“no desde la pertenencia a un partido: es la irrupción de los trabajadores y de las mujeres a la historia argentina”.  
“Es el momento desde el cual pudo construirse el movimiento obrero más importante de Latinoamérica y un movimiento político que excede lo partidario”.


En referencia al discurso de María Eva Duarte de Perón del 17 de octubre de 1951, que marcó la primera transmisión televisiva,comentó:
"Evita le pedía lealtad a Perón. Yo solo les pido lealtad a la Argentina y a los intereses de los argentinos”.

"gracias al peronismo los argentinos aprendieron a tener derechos. Aprendieron a que tenían derecho a tener para comer, a tener salud, a tener trabajo”. “porque pivotea sobre lo que viene del fondo de la historia, la lucha por la igualdad. Persiste porque el conflicto sigue persistiendo”.

FUENTE: Del discurso de CFK, al cumplirse el 60 aniversario de la Televisión Publica.
Lunes 17 de Octubre del 2011

Sobre la Lealtad

"Muchas veces se confundió la lealtad y se pensaba que los trabajadores y el pueblo argentino habían salido, aquel 17 de octubre, a buscar a un coronel del pueblo, porque ese coronel del pueblo les había dado cosas, creían que la lealtad era un sentimiento que solamente puede expresarse a través del interés personal. Pero la lealtad de los trabajadores, en aquel 17 de octubre, tuvo que ver y tiene que ver también con la coherencia de los propios intereses, no de los individuales, sino de los colectivos."

"Aquella tarde del 17 de octubre, cuando miles de argentinos se volcaron a las calles, el peronismo no existía como partido, ni como movimiento, fueron a defender sus derechos en coherencia absoluta con la defensa de los intereses de los más humildes: de los trabajadores, de los artesanos y entonces tenemos que rescatar los argentinos el valor de la lealtad, no como seguidismo político, sino como reconocimiento de la defensa de los intereses populares. Una lealtad que siempre, como todas las lealtades son a dos puntas, no existe lealtad de un solo lado, existe lealtad del pueblo que reconoce en los dirigentes que los representan y que lo defienden a sus verdaderos representantes. Y existe lealtad en los dirigentes, cuando estos no traicionan el voto popular y defienden el proyecto por el cual fueron votados."

Sobre el Peronismo

"El peronismo no fue solo un movimiento político que representaba a los trabajadores, el peronismo fue la respuesta argentina a un mundo dividido, que después de la Segunda Guerra Mundial se había dividido en dos ideologías: por un lado, el capitalismo más individualista y egoísta, que se pueda conocer; y por el otro, el estatismo estúpido, también, que cayó, allá en el 89' en el Muro de Berlín."

Sobre la Historia

Lo que digo "es fuerte, y es necesario que todos comprendamos el momento histórico que estamos viviendo, diferente a aquel 17 de octubre, pero tan fundacional en la Argentina y en el mundo como fue aquel movimiento histórico."


FUENTE: Palabras de la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández, en el Día de la Lealtad Peronista
Viernes 17 de Octubre del 2008

Sobre los argentinos y el peronismo

"creo que el peronismo es lo más parecido que hay tal vez a los argentinos, en definitiva; no sé si es un elogio  o no, pero es la percepción de un movimiento político que se diferencia de lo que pueden ser categoría políticas más rígidas como derecha e izquierda, que son típicas categorías del pensamiento europeo por así decirlo."

"El peronismo a diferencia de otros partidos es un partido que se funda en el poder, en ejercicio del gobierno"

FUENTE: Fragmentos de la Clase Magistral ofrecida por la Senadora Cristina Fernandez de Kirchner durante el seminario de políticas económicas en latinoamérica, en la Universidad de Columbia.
18 de septiembre del 2006

Alfredo Bettanin- El dibujante del 17

San Martín, Rosas y Perón. Obra de Alfredo Bettanin (1972). Museo del Bicentenario
Tiene que ver con un hecho histórico –el asesinato del primer mártir peronista en la noche del 17 de octubre de 1945- uno de sus dibujos más famosos.
Jorge Perrone, en la novela Se dice hombre, dará magnífica versión del episodio. Era Darwin Passaponti, “el muchacho que te encontrás en el barrio, el muchacho que habla lleno de gesticulaciones, que patea una pelota”, el joven al que “tumbaron a balazos frente a Crítica”. Esa vez, le dice el escritor a su interlocutor, “viste el hilillo de sangre que corrió brillante y rápido hasta el cordón de la vereda, para acabar desplomándose sobre el asfalto de la avenida. Y el cuerpo fresco quedar apretado entre la camisa manchada de rojo y el cuadriculado de la vereda”. Luego “notaste como abrió los brazos en el aire, como se enderezó todo, hasta la punta de los pies, y como la bala lo fue llenando, apretando, empujado hacia el suelo”, hasta que “alguien lo levantó en brazos, y su figura se dobló como las cuerdas rotas de una guitarra”.
Esa imagen, la última, es la que plasmó Bettanín. Un hombre entero, afirmado en sus piernas abiertas, con ensimismamiento perplejo pero a la vez mirando, desafiante, hacia el porvenir, es el que sostiene al muchacho quebrado.
Cuenta don Fermín Chávez en Alpargatas y libros, precursor de figuras del pensamiento nacional, que “Beta, artista plástico y director de teatro y de cine”, había nacido “en San Javier (Santa Fe) el 27 de septiembre de 1929”.
Se entreveró asimismo, desde muy joven, en las redacciones, por ejemplo en 1949 cuando un grupo de noveles escritores entre los que estaban Perrone, Chávez y Enrique Pavón Pereyra fundó el periódico Latitud 34, de no muy extensa pero si fecunda trayectoria.
Mucho después, en noviembre de 1969, Luis Soler Canas intentará en la revista Jauja un balance de la experiencia: “ese grupo juvenil vivía la hora del país, con intensidad, con hondura, agitadamente, vehementemente”. Destaca Soler, entonces, que “ese espíritu de discusión, tan hermoso, fue una de las prendas del grupo juvenil evocado. Se quería saber cómo era, cómo debía ser, qué diferenciaba al artista de otros -por así decir, y para usar los términos de esta época ulterior- productores, y de sus congéneres del viejo mundo. Entre el ardor de las frases y el humo de los cigarrillos, la discusión que se encendía en cualquier sótano proseguía en el diálogo callejero y se apagaba finalmente en la mesa de un bar”.
Otro hecho, quizá anecdótico, ejemplifica sobre el espíritu de esos muchachos aunque oficialistas, con todo lo que ello lleva de complejo en los años mozos, no vacilaban en discutir sobre la creación literaria y sobre sus exponentes más actuales: Latitud 34, una publicación de neto corte literario, era armada e impresa en los talleres de la Penitenciaria Nacional.
La variedad de actividades creativas simultáneas que llevaba a cabo, por otra parte, no le ahorraba complicaciones incluso familiares. Perrone es otra vez quien las relata recurriendo a su personaje: “Nimbetta -ancho de cara, los labios gruesos y sensuales, el pelo hacia atrás, una frente amplísima- llegó con las manos en los bolsillos, medio encorvado, andando ligero”. Era con su mujer con quien había tenido problemas: “empezamos a discutir delante de los chicos. Después te la sigo, le dije, ahora están los chicos, y me mandé a mudar -suspiró-. Al fin tiene razón, pobrecita. A la mañana en Emelco, a la tarde en el diario, a la noche en el teatro -se rió-. Los pibes, cuando entro, señalan: ¿Quién es ese?”.
Lugares y tareas, teñidas por el ritmo febril, también se entremezclaban: “Nimbetta se encorva aún más, hunde la cabeza y estira el brazo. Cambia un color, acentúa una línea. Se endereza. Su pequeña figura enfundada de negro queda en pie, sobre el decorado. La tela está desparramada sobre el piso y ocupa todo el sótano del diario”. No obstante era otro “el sótano donde Nimbetta trabajaba con su teatro experimental. Era un amplio sitio, que abarcaba el subsuelo de un teatro -ahora convertido en cinematógrafo- en las proximidades de Plaza Constitución. Allí se ensayaba todos los días -salvo muerte- desde las nueve de la noche a las primeras horas de la madrugada”.
Esa pasión desplegada fue, claro, la que le permitió poner en escena el Hamlet de William Shakespeare, el Gran Dios Brown de Eugene O’Neill y La putain respectueuse de Jean Paul Sartre. La misma pasión que ejerció en los cincuenta en el teatro Cervantes.
De 1958 es, en tanto, un magnífico dibujo del padre Leonardo Catellani, quien aparece retratado encendiendo su pipa y ataviado con la boina y el ancho cinturón de cuero con que se ceñía la sotana y que tanto disgustó, en su momento, a los jesuitas ortodoxos de la vestimenta. Esa imagen, impresa alguna vez como postal, la incluí en 1977 en mi libro Conversaciones con el padre Catellani. Era otra forma, aunque modesta, de no callarnos ante la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional.
Tres revistas que hicieron historia, aunque en épocas diferentes, lo tuvieron también como protagonista. Eran todavía los cincuenta por de pronto, cuando diagramó y dibujó con pocas tapas de la legendaria De Frente, la publicación del no menos mítico John William Cooke.
De los sesenta, en cambio, es la anécdota que cuenta Norma Osnajansky recordando a María Bedoian: “nos conocimos en 1968, cuando ella tenía 22 años y ambas trabajábamos en la revista Dinamis, editada por el Sindicato de Luz y Fuerza. No era una revista sindical; salía a la calle a competir en el mercado y allí las dos aprendíamos, todavía, a ser periodistas. Alfredo Bettanin se negaba a diagramar nuestras notas hasta tanto no se las entregáramos con títulos y copetes a medida: ˈ5 líneas de 40 espaciosˈ, ˈ10 por 33ˈ, ˈ2 por 17ˈ. El Tano nos azuzaba; “hamacate en éstas si algún día querés trabajar en un diario grande. ¿Acaso no querías ser periodista?”. Muchas de las notas de Arturo Jauretche -es válido el recuerdo- aparecieron en Dinamis antes de ser incorporadas en sus libros.
Personaje estelar por tercera década consecutiva, el 23 de noviembre de 1971, su dibujo de Juan Domingo Perón ilustró la tapa del primer número de Las Bases. El quincenario, pieza periodística importante en la recta final hacía el retorno, lo contó además como director de Arte, mientras su hijo Leonardo era uno de los redactores permanentes. La columna que en cada número escribía Perón fue acompañada además, sobre todo en los fascículos iniciales, por plumas como las de José María Castiñeira de Dios, Rodolfo Galimberti, Miguel Gazzera, Dardo Cabo, Leónidas Lamborghini, Luis Alberto Murray, Luis Soler Cañas y un Juan Sosa que escondía, en rigor, al historiador de la izquierda nacional Norberto Galazzo. El Humor de bases, que ocupaba la última página, era responsabilidad del plumín de un muy joven Caloi.
En 1974, con el peronismo otra vez en el gobierno, Bettanin “en el gran vestíbulo del Teatro General San Martín, realizó su primera exposición como pintor. Un Rosas magnífico -escribirá en Clarín Luis Soler Cañas- un Macedonio a la altura interior del metafísico de No todo es vigilia la de los ojos abiertos, estupendas visiones pictóricas de Jorge Luis Borges, de Raúl Scalabrini Ortiz, de John William Cooke, de Juan Domingo Perón, un sugestivo y personalísimo autorretrato y un panel en que quiso y logró, con alarde de síntesis entre pensamiento, arte y técnica, una visión de la auténtica historia argentina, tal como él la veía y la sentía, fueron algunas de las notas predominantes en esa muestra que nos dio la medida exacta de un Beta modernísimo, de vanguardia auténtica, que, más allá de su dominio preciso del oficio dibujístico y colorístico, requería del contemplador una actitud y una aptitud reflexiva ciertamente no superficial”.
El mismo Soler Cañas, visiblemente emocionado es también el que certificará en ese verano de 1975 que “nunca lo vi sereno al Tano Beta. Nunca, excepto la noche en que, como asistiendo a un sueño increíble, lo vi reposar en su ataúd. Parecía como si su cuerpo, ya pequeño de por sí, se hubiera empequeñecido más todavía. Su rostro estaba por fin blanco, sin rastros de color de su sangre generosa, durmiendo tal vez su primera noche definitivamente tranquila: la postrera, la que Dios reserva a todos. Esa noche que para él -tengo que decirlo aunque como cristiano acate los designios de mi creador- llegó muy pronto, demasiado pronto”.
Esa prontitud, sin embargo, le evitó sucesos espantosos. Guillermo, uno de sus hijos, fue desaparecido por la represión en mayo de 1976. Franco Salomone -en un libro de título equívoco aunque de datos importantes -cuenta a su vez lo que sucedería al año siguiente en el Barrio Gráfico de Rosario: “el 2 de enero de 1977, a las cinco y media de la tarde, la tragedia se abatió sobre sus vidas con la fuerza de un tornado. Un grupo de hombres armados y uniformados llegó hasta el domicilio de los Bettanin. En el jardín de la casa fusilaron frente a su madre al diputado Leonardo Bettanin”, muriendo también su hermana Cristina.
Es un hecho histórico, lo sé, la muerte de Darwin Passaponti narrada por Jorge Perrone y atrapada después por el arte del dibujante. Cada vez que miro esa obra, sin embargo, lo que aparece ante mis ojos es Alfredo Bettanin, un hombre entero, afirmado en sus piernas abiertas, con ensimismamiento perplejo pero a la vez mirando, desafiante, hacia el porvenir, sosteniendo en sus brazos el cuerpo quebrado de su hijo Leonardo.
  • Camaño, Juan Carlos; Los periodistas desaparecidos; Norma; 1998. 
  • Chávez, Fermín; 
  • Alpargatas y libros; Theoría; 2003. 
  • Castañeda, un gringo, Fray Reginaldo y un Darwin cristiano; 
Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas; 1998. 
  • Hernández, Pablo José; 
  • Conversaciones con el padre CastellaniColihue-Hachette; 1977. 
  • El asno del pensamiento nacional. Vida de Luis Soler Cañas; 
Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas; 1996. 
  • Las Bases; número 1; 23 de noviembre de 1971. 
  • Perrone, Jorge; Se dice hombre; Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires; 1952. 
  • Salomone, Franco; Maten al mensajero; Sudamericana; 1999. 
  • Soler Cañas, Luis; 
  • Clarín; 20 de febrero de 1975. 
  • Jauja; Noviembre de 1969. 

jueves, 15 de octubre de 2015

70 AÑOS DEL 17 DE OCTUBRE MARTÍN GARCÍA




El 8 de octubre de 1945, como particular regalo de cumpleaños, el coronel Juan Perón era encarcelado y –alterando la normativa militar- internado en la isla de Martín García, jurisdicción de la Armada. “¡que me fusile un pelotón de andinistas, si falté al Ejército, o que me metan en Villa Devoto si he cometido algún delito”, clamó el preso.
Sin embargo, la detención obedecía a otras causas: la subversiva política social que, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión había concedido entre otras cosas, vacaciones anuales a los peones de campo, la antipatía del sector antiargentino del departamento de Estado en Washington y, sobre todo, la amenaza de que el sonriente coronel continuara al frente de la Nación tras la celebración de elecciones libres.
Al odio de clase provocado en la oligarquía tradicional, se sumaba –con no menor antipatía- la chatura de aquellos que siempre han pensado que si los “negros” viven como yo, entonces me convierto en otro “negro”. De ese sector surgió la alianza de dos hombres que, de no haber existido el coronel, seguramente hubieran tenido importantes destinos en el ejército uno y en la UCR, el antiguo partido popular, el otro. En efecto, el general Eduardo Ávalos y el doctor Amadeo Sabattini se aliaron para sacar “del ala”, diría el caudillo de Villa María, al molesto Perón.
No se equivocaba en sus cálculos Sabattini, Ávalos poco entendía de política, y analizaba correctamente el marco político social del escenario. Salvo un detalle: las cuevas masas trabajadoras que , integradas con los veteranos de décadas de lucha sindical, habían poblado los barrios periféricos de las grandes ciudades, aportando además la vieja historia de las luchas por la independencia, las de las montoneras federales y, por fin, las de la chusma radical que enfrentando a los radicales elegantes habían seguido con pasión a Don Hipólito en sus horas de gloria.


EL SUBSUELO DE LA PATRIA

Los episodios del 17 de octubre de 1945 han sido relatados una y mil veces por historiadores y protagonistas. Al punto que es fácil caer en la reiteración. Existen, de todos modos, temas relevantes, que todavía se prestan a debate
La importancia del suceso. Nada menos que la irrupción de la clase trabajadora en la condición de protagonista de nuestra historia, y lo rico de muchas de las descripciones existentes hace que uno se limite a sintetizar los hechos principales, presentar sus puntos de vista y eche mano de algunos de los más ricos testimonios.
“Yo hice el 17 de Octubre”, afirma con escasa modestia y dudoso acierto el venerable Cipriano Reyes. ¿Quien lo organizó, en realidad? “¡Que se yo Nadie...Todos...” fue la respuesta que dio a esa pregunta de Arturo Jauretche el puntero de Gerli Pedro Arnaldi, cuando el martes le dio la primicia. “La gente se viene para Buenos Aires”, le contó al líder de FORJA, que se desayunaba en ese momento, “Todos están con Perón”
“La cosa”, dice Félix Luna, “había empezado bien temprano, a la hora en que los obreros van llegando a las fábricas con la bronca del madrugón y el sabor amargo del mate en la boca. Pero esta vez no entrarían. Una consigna transmitida casi telepáticamente los detenía en los ingresos, los iba agrupando afuera y los fue sacando hacia las avenidas.”

“En la mañana” –contaba Ángel Perelmen-“...vinieron a buscarnos al Sindicato....unos compañeros de Barracas.

-¿Que pasa?

-En Avellaneda y Lanús la gente se está viniendo al centro...No sabemos quien lanzó la consigna, pero toda la gente está marchando hace algunas horas hacia Buenos Aires.

-Pero la CGT...dio la orden de la huelga general. ¿Qué es esta marcha?

- No sabemos. La cosa viene sola. Algunas fábricas que estaban trabajando...han parado el trabajo, pero los hombres, en vez de irse a la casa, enfilan hacia Plaza de Mayo.”

“Había comenzado ya la histórica jornada del 17 de octubre” dice Fermín Chávez, “con su epopeya popular, sin parangón en la historia política contemporánea. El día en que el pueblo irrumpió con toda la carga de viejas injusticias y de justos resentimientos contra la Argentina oficial. Una rebelión que pudo ocurrir en cualquier momento, empujando a los dirigentes desde abajo, porque el peronismo de octubre fue, por sobre todas las cosas, la realidad que se alzaba contra las formas racionales que le habían sido impuestas desde arriba, en la década del 80. Era en suma la faz escondida de la Argentina: la parte grande del témpano, inmersa y oculta bajo la línea de flotación...Faz que los viejos políticos y la intelligentzia desconocían y ni podían imaginar siquiera.”
Recuerda Leopoldo Marechal: “Era muy de mañana...El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García...De pronto me llegó desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y en seguida su letra: ‘Yo te daré / te daré, Patria hermosa / te daré una cosa / una cosa que empieza con P / ¡Peroooon!’ Y aquel ‘Perón’ retumbaba como un cañonazo...Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina ‘invisible’ que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas y que no bien las conocieron les dieron la espalda.”
La alegría y los cánticos. Esa era la característica identificatoria de los que desembarcaban en una ciudad que los miraba con temor y desconfianza. Perón no es un comunista / Perón no es un dictador / Perón es hijo del pueblo / y el pueblo está con Perón.
Américo Ghioldi, entre la poesía y los análisis sociológicos, intentaba explicar los hechos, seis días después: “En los bajos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todas las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella , asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes.”
Otra forma de cataclismo fue la que vio Raúl Scalabrini Ortiz. “Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en las densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el simiento básico de la Nación que asomaba como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto...eran los hombres que están sólos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación.”

EVITA Y EL 17

A esta altura el debate sobre la participación de Evita Duarte en la organización de la jornada de octubre resulta ocioso.
No tiene valor alguno la leyenda que la pone a la cabeza de los trabadores o la hace circular por los gremios, lanzando consignas. Evita no tenía en octubre de 1945 ni la experiencia que ganaría aceleradamente en los años siguientes, ni mucho menos las relaciones políticas y sindicales indispensables.
Tuvo que seguir los acontecimientos por radio y, sólo después de medianoche pudo reunirse con Perón.
A medio día la multitud en la Plaza era de varios miles. Algunos uniformados preocupados pretendían que la policía la desalojara, pero era evidente la actitud complaciente de ésta.
José María Rosa, que se había acercado, tal vez con más curiosidad que otra cosa, cuenta que oyó “consignas nacionalistas -nuestras consignas- que me desconcertaron porque no imaginaba que hubieran gente de bromas infantiles y procederes hidalgos,...que atravesaba el Riachuelo a nado, que venía de los más apartados arrabales para jugarse por un amigo, era mi gente, sentía la vida como yo, tenía mis valores, no se manejaba por palabras sino por realidades: era el pueblo, era mi pueblo, el pueblo argentino,...tantas veces
mencionado en los programas de los partidos políticos y en los editoriales de los diarios...No era una entelequia: era algo real y vivo. Comprendí donde estaba el nacionalismo. Me vi multiplicado en mil caras, sentí la inmensa alegría de saber que no estaba sólo, que éramos muchos.”
El embajador Sir David Kelly recibió el pedido de los gerentes de los ferrocarriles ingleses de quejarse al gobierno porque los trabajadores abandonaban sus tareas. “En la tarde de ese día decidí que era necesario ir a la Casa Rosada para decir que debían asumir la responsabilidad de proteger los ferrocarriles. Debo confesar que me impulsaba asimismo una enorme curiosidad por saber que estaba pasando. Al acercarme a la Casa Rosada había un cordón de policía montada, pero no hacía esfuerzo alguno por impedir el paso de la gente ni se metía para nada con la multitud. El chofer quería retroceder y tuve que insistir para que siguiera adelante a muy poca velocidad. Tal como lo había esperado la multitud nos dio paso, no bien vio la bandera inglesa, limitándose a gritar en forma amistosa: ‘¡Abajo Braden! ¡Viva Perón!’. Llegué a la Casa Rosada y el ministro de Marina (el único que estaba en ese momento) me prometió que haría todo lo posible en el asunto de los ferrocarriles; pero por el momento ni el mismo estaba seguro de lo que estaba sucediendo.”
Ni siquiera Perón estaba seguro. Las noticias que le llegaban al Hospital Militar hablaban de cientos de miles ocupando la Plaza de los grandes acontecimientos. Frente al Hospital, una manifestación de avisados, enterados de la presencia del coronel demostraba la veracidad de las noticias. Entre las visitas que recibió estuvo un preocupado, ¿arrepentido?, Avalos. No se sabe qué conversaron, aunque se vio al ministro gesticular ampulosamente. Perón no se recordaba cuando Luna le preguntó.
“...A Avalos lo vi en la Casa de Gobierno. Al menos no recuerdo haberlo visto a Avalos en el Hospital Militar. El que vino a verme fue el general Pistarini, de parte de Farrell. Yo le dije ‘mire, yo hago lo que ustedes quieran...No soy una manzana de la discordia...Ustedes han hecho un disparate y ahí tienen las consecuencias...
Entonces me llevaron a la Casa de Gobierno. Cuando llegué allí me encontré con Farrell, los ministros, los generales, etc. Me dijo Farrell: ‘Bueno, Perón, ¿qué pasa?’ Yo le contesté:

- Mi general, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la lucha...

- Eso ya está listo - me contestó - y no va a haber problemas.

- Bueno, entonces me voy a mi casa...

- ¿No, déjese de joder! -me dijo y me agarró de la mano- esta gente está exacerbada, nos van a quemar la Casa de Gobierno...Venga, hable.

Entonces fui al balcón y hablé lo que pude improvisar en aquel momento. Imagínese, ni sabía lo que iba a decir...¡tuve que pedir que cantaran el Himno para poder armar un poco las ideas! Y así salió aquel discurso.”
Antes de la llegada de Perón, Avalos había intentado utilizar al coronel Mercante, conocido de los trabajadores, para calmar a la multitud. Mercante, desde el balcón, recibió la orden de que le dijera a la gente que Perón estaba a salvo. Sabiendo que otros trabajadores venían camino a la plaza tomó el micrófono y comenzó su discurso con las palabras “El general Avalos”. La multitud lo obligó a callarse y no lo dejó continuar. Mercante se encogió de hombros y Avalos empezó a hervir.
La farsa continuó cuando Eduardo Colom sorpresivamente apareció en el balcón. El editor de La Epoca , el único periódico que apoyaba a Perón, agitó un ejemplar de la última edición y pidió permiso para dirigirse a la masa. Mientras Avalos titubeaba, el temperamental Colom tomó el micrófono. ‘Compatriotas’, comenzó, ‘el general Avalos me anuncia que el coronel Perón está en libertad.’ ‘No lo creemos’, fue la respuesta del coro. ‘Yo tampoco’, continuó el periodista, ‘pero voy al Hospital Militar donde me espera, y dentro de quince minutos lo traeré a este balcón. En tanto nadie se mueva.’”
Pasadas las once de la noche, Perón apareció, acompañado por Farrell, en el balcón. “Al ver su inconfundible figura, la imagen que durante toda la jornada había reclamado la gente, estalló una ovación que duró un cuarto de hora.”
El presidente pudo decir unas palabras, entre cánticos e interrupciones de la multitud, que no le mostraba hostilidad gritando “Farrell y Perón / un sólo corazón.” La plaza entera cantó el Himno Nacional y, por fin, “Una explosión de multitud saludó su primera palabra:

-¡Trabajadores!

De allí en adelante no fue un discurso sino un diálogo lo que se oyó. En la Plaza de Mayo hubo una comunión de amor y fidelidad consagrada una y cien veces por la multitud.”1
“...hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida; la de ser soldado, la de ser un patriota, y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con ese nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.
Dejo el honroso uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la patria. Por eso doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo...

-¡Es el pueblo! ¡Es el pueblo!

Esto es el pueblo sufriente, que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo grandioso en sentimiento y número.

-¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?

Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo, como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria.
Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda.

-¡Nunca! ¡Nunca!

Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón, como lo podría hacer con mi madre.

-¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?

Preguntan ustedes donde estuve: estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo fraternal y cariñoso a nuestros hermanos del interior, que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la patria.
Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices.

-¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?

Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo.
Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso hace poco les
dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja habrá sentido en estos días.

-¡Un abrazo para la vieja!

Se que se había anunciado un movimiento obrero; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo. Y piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas...

-¡Mañana es San Perón!

Y por única vez...ya que nunca lo pude decir como secretario de Trabajo y Previsión...les pido que realicen mañana el día de paro...

-¡Mañana es San Perón!

...festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria.

Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros, y, finalmente recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado, y les pido que recuerden que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut. Ahora para reponer fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto si es preciso.
Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido estos días.”

Enrique Manson
Octubre de 2015

SUPLEMENTO Nº5 PEPE ROSA

SUPLEMENTO Nº5 PEPE ROSA junio 26, 2017 Suplemento especial Nº 5 UNA MUCHACHA DE LOS TOLDOS En 1935, plena Década Infame...