El traslado se hará a través de un desfile patrio, como parte de los festejos por la Semana de Mayo.
La presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, encabezará el domingo 24 de mayo, a las 14, el acto en el cual el Museo Histórico Nacional recibirá, luego de 48 años, el sable corvo de San Martín para exhibirlo al público.
El traslado del sable del Libertador desde el Regimiento de
Granaderos a Caballo hasta el museo se realizará a través de un desfile
patrio, que será una de las actividades destacadas de la semana
conmemorativa por la Revolución de Mayo.
En el trayecto, la cureña que trasladará el sable recorrerá la ciudad
por las calles Luis María Campos, Int. Bullrich, Av. del Libertador,
Av. Leandro N. Alem, Rivadavia, Bolívar, Yrigoyen y Paseo Colón, hasta
llegar a Parque Lezama. Durante el recorrido, habrá una parada en la
Catedral Metropolitana, donde descansan los restos del Libertador.
El sable es el arma que acompañó a San Martín durante la Guerra de la
Independencia y que legó a Juan Manuel de Rosas. Fueron sus
descendientes quienes decidieron donarlo al Estado Nacional, en 1897,
bajo la custodia del Museo Histórico Nacional.
Durante casi siete décadas, el sable fue exhibido en una sala del
museo. Los agitados años 60 le devolvieron un protagonismo inesperado.
Durante la proscripción del peronismo, el corvo fue apropiado en dos
oportunidades por integrantes de la Resistencia Peronista. El objetivo
de esas acciones era marcar la línea histórica que unía a San Martín,
Rosas y Perón. El sable era el único objeto que permitía conectar a
estos personajes históricos. Pero fue recuperado en ambas ocasiones.
En 1967, el dictador Juan Carlos Onganía le quitó al museo la custodia del arma.
Hoy, la espada de San Martín es traslada al Museo Histórico Nacional
para ser apreciada por todo el público en una sala especialmente
diseñada con modernas medidas de seguridad y conservación. El sable
estará rodeado por las armas de Manuel Belgrano, Manuel Dorrego, Juan
Manuel de Rosas y Guillermo Brown, entre otras. El espacio estará
custodiado por el Regimiento de Granaderos a Caballo, en homenaje al
prócer.
Como antesala, en un espacio contiguo se exhibirán boleadoras, armas
de fuego y puñales anónimos, utilizados por aquellos que lucharon por la
libertad sin uniforme.
Información adicional
San Martín, en su testamento fechado en París el 23 de enero de 1844,
dispuso: “El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la
Independencia de la América del Sud le será entregado al general de la
República Argentina Dn. Juan Manuel de Rosas, como prueba de la
satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha
sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de
los extranjeros que trataban de humillarla”.
Más tarde, en 1862, Rosas legó la espada a su amigo y consuegro Juan
Nepomuceno Terrero. En 1896, el primer director del Museo Histórico
Nacional, Adolfo Carranza, comenzó las gestiones con la familia Terrero
para que el sable fuera donado al pueblo argentino, lo que logró en
1897.
Por decreto del 3 de marzo de 1897, firmado por el presidente José E.
Uriburu y refrendado por su ministro de Guerra y Marina, Guillermo
Villanueva, se dispuso que el sable se depositara en el Museo Histórico
Nacional.
La jornada siguiente, el 4 de marzo de 1897, la caja que contenía el
sable corvo desembarcó en Buenos Aires luego de haber partido desde el
puerto de Southampton. El presidente Uriburu no concurrió al puerto para
recibirlo ni tampoco lo hizo el máximo jefe del Ejército, en una
actitud que se interpretó como un desagrado por el origen de quienes
habían hecho la donación: los descendientes de Juan Manuel de Rosas.
Durante 66 años, el sable del general San Martín permaneció expuesto
en el Museo Histórico Nacional, lugar también elegido por su nieta,
Mercedes Balcarce, para donar el mobiliario del cuarto en el que
falleció el Libertador, que aún se conserva.
En 1963, la Juventud Peronista, liderada por Calos Caride, Envar El
Kadri, Jorge Rulli y Héctor Spina, decidió sustraer el sable de San
Martín para protestar por las elecciones realizadas ese año con el
peronismo proscripto y reclamar por el regreso del general Juan D.
Perón, la devolución del cadáver de Evita, la ruptura con el FMI, el
castigo a los fusiladores de 1956 y la libertad a los presos del Plan
CONINTES, de Arturo Frondizi.
El 12 de agosto de 1963, un grupo integrado por Osvaldo Agosto,
Manuel Félix Gallardo, Alcides Bonaldi y Luis Sansoulet sustrajo el
sable del Museo Histórico Nacional. Poco después, Aníbal Demarco, a
quien Agosto le había entregado el arma para que la ocultara, se reunió
con el capitán Adolfo César Phillipeaux (militar peronista ligado al
general Juan José Valle) y acordaron la devolución del sable para bajar
la tensión y el acoso policial. Fue entregado al Regimiento Húsares de
Pueyrredón, y el 17 de agosto de 1964, en virtud de un mandato judicial,
se devolvió al Museo.
El 19 de agosto de 1965, cuatro miembros de la Juventud Peronista
sustrajeron otra vez el sable del Museo Histórico Nacional. Permaneció
escondido en un colchón en una guardería de muebles, hasta que el 4 de
junio de 1966 fue devuelto al Ejército.
Por decreto, el 11 de noviembre de 1967, el dictador Juan Carlos
Onganía dispuso transferir la guardia y custodia del sable al Regimiento
de Granaderos a Caballo General San Martín. El decreto argumentaba la
medida “en que corresponde confiar el sable del Libertador al Regimiento
de Granaderos, por ser la unidad que creara y que más íntimamente está
ligada en el sentir popular a su vida gloriosa”.
Hoy, casi 50 años después, la espada de San Martín regresa al Museo
de Parque Lezama para que, junto a las de otros destacados patriotas de
la historia, inspire a todos los argentinos.