martes, 13 de octubre de 2015

Carlos Mugica: muerte y resurrección Por Pablo Adrián Vázquez




El 11 de mayo de 1974 fue signado por la tragedia. El padre Carlos Mugica había
celebrado misa en la iglesia de San Francisco Solano, en el barrio porteño de Villa Luro,
situada la misma en la calle Zelada 4771. Una vez terminada la ceremonia tenía otro
compromiso. Lo esperaban en Lanús, en el Conurbano Bonaerense, para luego ir a un
cumpleaños. Lo había ido a buscar su amigo Ricardo Capelli a eso de las 19: 40 hrs.
para acompañarlo en ese raid en un auto Renault 4 – L.
A las 20. 15 hrs, a la salida del templo, una voz corta el aire con su llamado. Su amigo
Capelli lo recordaba años atrás: “Salí caminando hacia el auto y escuché de espaldas
que lo llamaban: “Padre Carlos”. Era algo normal. Y al segundo escuché que Carlos
decía: “Hijo de puta.” Y automáticamente una balacera atroz. Yo estaba a una casa y
media, a pocos metros, en la misma vereda y sentí un golpe en mi pecho. Las balas me
derribaron. Y caigo mirando hacia donde estaba Almirón. A Carlos lo mató Almirón”.
El asesino en cuestión fue el comisario Rodolfo Eduardo Almirón, el jefe operativo de
la A. A. A. El secuaz del ministro de Bienestar Social, e ideólogo de la Triple A, José
López Rega bajó de su auto y le disparó al sacerdote 5 tiros, dándole un cobarde tiro de gracia en la espalda.
El padre Vernazza salió de la iglesia, al oír los disparos, y corrió a darle la
extremaunción. Los llevaron a ambos en un viejo Citroën y fueron trasladados al
hospital Salaberry, Mugica murió mientras Capelli fue trasladado a otro nosocomio, al
tiempo que el grupo de “el Brujo” estuvo temeroso que el sobreviviente delatase al asesino.
Tras su entierro en el cementerio de Recoleta, las versiones iniciales sindicaron a la
organización Montoneros del hecho. Mugica, que había conocido de jóvenes al núcleo
inicial de los futuros ajusticiadores del dictador Pedro Eugenio Aramburu, los instaba a
deponer las armas. A su vez, las críticas del grupo al accionar del Padre fueron duras
por su cercanía a López Rega en el Ministerio. Estas tensiones sirvieron de excusa para
que sectores de la derecha peronista y detractores de “la M” los pusiesen en la mira de
la condena social por el luctuoso suceso.
La verdad, se supo años después, fue otra. La condena a Almirón llego tarde y la muerte lo encontró en la cárcel.
Quien fue Mugica? Nacido el 7 de octubre de 1930 en el seno de una familia
tradicional. Su padre Adolfo Mugica, del conservador partido Demócrata, fue legislador,
y luego ministro y canciller del presidente desarrollista Arturo Frondizi,
mientras que su madre Carmen Echagüe era descendiente del general federal Pascual Echagüe.
De sus 7 hermanos fue quien optó, a los 21 años, por colgar los libros de Derecho y
optar por el sacerdocio. Se incorpora en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires, se
ordena como sacerdote en 1959, se relaciona en Resistencia con el monseñor Juan José
Iriarte, y luego con el cardenal Antonio Caggiano, mientras desarrollaba su magisterio
como docente en la Universidad de El Salvador y ejercía sus funciones sacerdotales en
la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro.
Su asistencia a los humildes desde la parroquia de Santa Rosa de Lima, su acercamiento
al peronismo y su opción por el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo lo definen integralmente.
Hélder Camara, Camilo Torres y el Che fueron, junto a Perón, sus referencias políticas
para encaran su ministerio con los mas necesitados en la actual Villa 31.
En el Barrio Comunicaciones levantó la parroquia Cristo Obrero, en la que ejerció su
compromiso hasta el día de su asesinato, y también colaborando con el padre Jorge
Vernazza, como vicario de la parroquia San Francisco Solano.
En 1967, viajó, en nombre de monseñor Podestá, a Bolivia, para reclamar el cuerpo del
Che e interesarse por la suerte de los prisioneros que acompañaron al Comandante Guevara.
Los hechos se precipitan. La puja con monseñor Aramburu se intensifica al tiempo que
su compromiso con al lucha popular se afianza. El responso a los combatientes
montoneros caídos en un enfrentamiento, junto al padre Hernán Benítez lo puso en la
mira de los sectores reaccionarios. Al tiempo que camadas de jóvenes toman su mensaje
y ejemplo como bandera de lucha.También supo utilizar los medios de comunicación a su favor, sumando figuras del mundo artístico a su accionar, pero generando recelos varios.
Hasta se atrevió a escribir una Misa para el tercer Mundo y grabarla en un disco con el
Grupo Vocal Argentino. Amenazado por derecha e izquierda, estigmatizado por su origen de alcurnia y su contacto con los villeros, la entrega al magisterio de Cristo fue absoluta.
Hoy descansan sus restos en la Villa que lo vio trabajar y militar, confiando que 40 años
de su asesinato sean, más que una fecha de homenaje formal, un momento de reflexión
hará re-impulsar nuestro compromiso por un proyecto de liberación encarnado en su ejemplo de cristiano comprometido con el pueblo.
Miembro de Número del Instituto Nacional Manuel Dorrego

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