Se viene noviembre y en la Biblioteca José María Rosa nos preparamos para conmemorar el día de la Soberanía Nacional instaurado a pedido del historiador José María Rosa y por medio de la Ley n.º 20.770 el Congreso de la Nación, el cual instauró el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional, en conmemoración de la batalla de la Vuelta de Obligado.
La finalidad de la Biblioteca JOSÉ MARÍA ROSA es estudiar, investigar y difundir la vida y la obra de HISTORIADOR y circunstancias destacadas de nuestra historia que no han recibido el reconocimiento adecuado en un ámbito institucional de carácter académico, acorde con las rigurosas exigencias del saber científico.
miércoles, 28 de octubre de 2015
martes, 27 de octubre de 2015
NÉSTOR KIRCHNER, UN HOMBRE DE LA PATRIA GRANDE
Los argentinos esperábamos la visita del censista. Escuchábamos distraídamente la radio cuando creímos oír que “el ex presidente Néstor Kirchner, figura central de la política nacional de los últimos tiempos, murió esta mañana como consecuencia de un paro cardiorespiratorio”.
La tragedia de 1976 vació la política. Los padres no querían que sus hijos sufrieran el castigo soportado por la generación anterior. Luego vino el descreimiento por la visión entre comercial y delictiva de la política más reciente.
El flaco bizco y desaliñado que había recibió el bastón el 25 de mayo de 2003, era imaginado por muchos como el muñeco de un ventrílocuo. Mariano Grondona, convertido en demócrata, habló del Cámpora de Duhalde, que éste manejaría a capricho.
Acababa de anunciar que se disponía a “fijar, junto a todos los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo...”
El pueblo había “marcado una fuerte opción por el futuro y el cambio.” Porque “nuestro pasado está pleno de fracasos, dolores, enfrentamientos, energías malgastadas en luchas estériles... Al punto de enfrentar seriamente a los argentinos entre sí.”
“Se intentó reducir la política, el gobierno, a la mera administración de las decisiones de los núcleos de poder económico con amplio eco mediático, al punto que algunas fuerzas políticas en 1999 se plantearon el cambio en términos de una gestión más prolija pero siempre en sintonía con aquellos mismos intereses.”
Se requería un cambio que implicaba “medir el éxito o el fracaso de la política desde otra perspectiva.” Había que “reconciliar a la política, a las instituciones y al gobierno, con la sociedad”. En lo social, la justicia se alcanzaría “en una Argentina… donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo”. Había que “recuperar los valores de la solidaridad y la justicia social protegiendo a los sectores más vulnerables de la sociedad... El Estado es “el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades.”
Pero si hubo una frase que definió lo que sería la nueva política fue: “No voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno”.
Días antes de asumir, el periodista Escribano, escribió que “la Argentina ha resuelto darse gobierno por un año”. Washington “no veía con buenos ojos a Kirchner”. Seguía un pliego de condiciones a las que el presidente debía allanarse.
El presidente respondió con energía desbordante. En Entre Ríos no habían empezado las clases por huelga docente. Al día siguiente de asumir, viajó con el ministro Filmus, a Paraná. Solucionó el conflicto y los chicos tuvieron clases. Filmus recordaría, años después, que en esos días le dijo, mirando las manifestaciones de la Plaza, “Daniel. Yo nunca voy a reprimir.”
El general Brinzoni, jefe del Ejército, quería permanecer en el cargo y lo hizo saber. A los cuatro días era un retirado. Lo reemplazó el general Roberto Bendini, cocido de Río Gallegos.
El Congreso no había terminado con la cuestionada Corte menemista. El presidente denunció a su titular, Julio Nazareno. Incondicional de Menem, había intentado presionarlo. No hizo falta utilizar los “remedios” que Kirchner había exigido, pues renunció para evitar el juicio político.
Iniciada, con dificultades, la reactivación de la economía, con una industria renaciente y un impulso hacia el desarrollo de la obra pública, era prioritario reconstruir las relaciones financieras internacionales. Kirchner presentó una propuesta para salir del default. Esta contemplaba reducción del capital adeudado de 75%, aunque no gustaba al Fondo Monetario Internacional y sus seguidores. La firmeza del presidente quebró resistencias y provocó una quita récord. Poco después, se canceló la deuda con el FMI.
El punto final, la obediencia debida, y los indultos de Menem mantenían la impunidad de los criminales. La apropiación de bebés, no prevista en esas leyes, permitió detener a Videla y a Massera. Jueces y congresistas anularon la impunidad. La nulidad se extendió a todas las responsabilidades.
El 24 de marzo de 2004, a los 20 años de la dictadura, la Escuela de Mecánica de la Armada fue desalojada de su predio, convertido en Museo de la Memoria. En el Colegio Militar, Kirchner ordenó al general Bendini que quitara los cuadros de los dictadores Videla y Bignone de la galería de directores de la institución.
Ese 28 de octubre, los argentinos redescubrieron la pasión política. El 25 de mayo de 2003, el desconocido pingüino de Santa Cruz no había dejado sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada.
Manson, EnriqueArtículo publicado en el suplemento Claves de la Historia - Miradas al Sur
25.10.14
viernes, 16 de octubre de 2015
"Creo que el peronismo es lo más parecido que hay tal vez a los argentinos" CFK SOBRE EL 17 DE OCTUBRE
"Creo que el peronismo es lo más parecido que hay tal vez a los argentinos"
CFK SOBRE EL 17 DE OCTUBRE
Cada día el peronismo tiene la oportunidad de crecer, por las cualidades propias de su surgimiento, por ser un movimiento inclusivo, trascendental, sustentado en los valores de justicia social, la independencia económica y la soberanía nacional. Por que su pensamiento y su movimiento es la base de la constitución de todos los pueblos que deseen ser soberanos, independientes y solidarios.
El peronismo es todos y todas; al servicio de todos y todas. El peronismo es el pueblo en movimiento.
Hoy en una nueva entrega de las Publicaciones de la Biblioteca y Centro Documental José María Rosa,compartimos con uds. algunas reflexiones de nuestra Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner, a través de los años sobre este movimiento que nos identifica.
CFK SOBRE EL 17 DE OCTUBRE
Sobre el 17 de octubre de 1945, "les hablo"...“no desde la pertenencia a un partido: es la irrupción de los trabajadores y de las mujeres a la historia argentina”.
“Es el momento desde el cual pudo construirse el movimiento obrero más importante de Latinoamérica y un movimiento político que excede lo partidario”.
En referencia al discurso de María Eva Duarte de Perón del 17 de octubre de 1951, que marcó la primera transmisión televisiva,comentó:
"Evita le pedía lealtad a Perón. Yo solo les pido lealtad a la Argentina y a los intereses de los argentinos”.
"gracias al peronismo los argentinos aprendieron a tener derechos. Aprendieron a que tenían derecho a tener para comer, a tener salud, a tener trabajo”. “porque pivotea sobre lo que viene del fondo de la historia, la lucha por la igualdad. Persiste porque el conflicto sigue persistiendo”.
Lunes 17 de Octubre del 2011
Sobre la Lealtad
"Muchas veces se confundió la lealtad y se pensaba que los trabajadores y el pueblo argentino habían salido, aquel 17 de octubre, a buscar a un coronel del pueblo, porque ese coronel del pueblo les había dado cosas, creían que la lealtad era un sentimiento que solamente puede expresarse a través del interés personal. Pero la lealtad de los trabajadores, en aquel 17 de octubre, tuvo que ver y tiene que ver también con la coherencia de los propios intereses, no de los individuales, sino de los colectivos."
"Aquella tarde del 17 de octubre, cuando miles de argentinos se volcaron a las calles, el peronismo no existía como partido, ni como movimiento, fueron a defender sus derechos en coherencia absoluta con la defensa de los intereses de los más humildes: de los trabajadores, de los artesanos y entonces tenemos que rescatar los argentinos el valor de la lealtad, no como seguidismo político, sino como reconocimiento de la defensa de los intereses populares. Una lealtad que siempre, como todas las lealtades son a dos puntas, no existe lealtad de un solo lado, existe lealtad del pueblo que reconoce en los dirigentes que los representan y que lo defienden a sus verdaderos representantes. Y existe lealtad en los dirigentes, cuando estos no traicionan el voto popular y defienden el proyecto por el cual fueron votados."
Sobre el Peronismo
"El peronismo no fue solo un movimiento político que representaba a los trabajadores, el peronismo fue la respuesta argentina a un mundo dividido, que después de la Segunda Guerra Mundial se había dividido en dos ideologías: por un lado, el capitalismo más individualista y egoísta, que se pueda conocer; y por el otro, el estatismo estúpido, también, que cayó, allá en el 89' en el Muro de Berlín."
Sobre la Historia
Lo que digo "es fuerte, y es necesario que todos comprendamos el momento histórico que estamos viviendo, diferente a aquel 17 de octubre, pero tan fundacional en la Argentina y en el mundo como fue aquel movimiento histórico."
FUENTE: Palabras de la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández, en el Día de la Lealtad Peronista
Viernes 17 de Octubre del 2008
Sobre los argentinos y el peronismo
"creo que el peronismo es lo más parecido que hay tal vez a los argentinos, en definitiva; no sé si es un elogio o no, pero es la percepción de un movimiento político que se diferencia de lo que pueden ser categoría políticas más rígidas como derecha e izquierda, que son típicas categorías del pensamiento europeo por así decirlo."
"El peronismo a diferencia de otros partidos es un partido que se funda en el poder, en ejercicio del gobierno"
FUENTE: Fragmentos de la Clase Magistral ofrecida por la Senadora Cristina Fernandez de Kirchner durante el seminario de políticas económicas en latinoamérica, en la Universidad de Columbia.
18 de septiembre del 2006
Alfredo Bettanin- El dibujante del 17
San Martín, Rosas y Perón. Obra de Alfredo Bettanin (1972). Museo del Bicentenario |
Tiene que ver con un hecho histórico –el asesinato del primer mártir peronista en la noche del 17 de octubre de 1945- uno de sus dibujos más famosos.
Jorge Perrone, en la novela Se dice hombre, dará magnífica versión del episodio. Era Darwin Passaponti, “el muchacho que te encontrás en el barrio, el muchacho que habla lleno de gesticulaciones, que patea una pelota”, el joven al que “tumbaron a balazos frente a Crítica”. Esa vez, le dice el escritor a su interlocutor, “viste el hilillo de sangre que corrió brillante y rápido hasta el cordón de la vereda, para acabar desplomándose sobre el asfalto de la avenida. Y el cuerpo fresco quedar apretado entre la camisa manchada de rojo y el cuadriculado de la vereda”. Luego “notaste como abrió los brazos en el aire, como se enderezó todo, hasta la punta de los pies, y como la bala lo fue llenando, apretando, empujado hacia el suelo”, hasta que “alguien lo levantó en brazos, y su figura se dobló como las cuerdas rotas de una guitarra”.
Esa imagen, la última, es la que plasmó Bettanín. Un hombre entero, afirmado en sus piernas abiertas, con ensimismamiento perplejo pero a la vez mirando, desafiante, hacia el porvenir, es el que sostiene al muchacho quebrado.
Cuenta don Fermín Chávez en Alpargatas y libros, precursor de figuras del pensamiento nacional, que “Beta, artista plástico y director de teatro y de cine”, había nacido “en San Javier (Santa Fe) el 27 de septiembre de 1929”.
Se entreveró asimismo, desde muy joven, en las redacciones, por ejemplo en 1949 cuando un grupo de noveles escritores entre los que estaban Perrone, Chávez y Enrique Pavón Pereyra fundó el periódico Latitud 34, de no muy extensa pero si fecunda trayectoria.
Mucho después, en noviembre de 1969, Luis Soler Canas intentará en la revista Jauja un balance de la experiencia: “ese grupo juvenil vivía la hora del país, con intensidad, con hondura, agitadamente, vehementemente”. Destaca Soler, entonces, que “ese espíritu de discusión, tan hermoso, fue una de las prendas del grupo juvenil evocado. Se quería saber cómo era, cómo debía ser, qué diferenciaba al artista de otros -por así decir, y para usar los términos de esta época ulterior- productores, y de sus congéneres del viejo mundo. Entre el ardor de las frases y el humo de los cigarrillos, la discusión que se encendía en cualquier sótano proseguía en el diálogo callejero y se apagaba finalmente en la mesa de un bar”.
Otro hecho, quizá anecdótico, ejemplifica sobre el espíritu de esos muchachos aunque oficialistas, con todo lo que ello lleva de complejo en los años mozos, no vacilaban en discutir sobre la creación literaria y sobre sus exponentes más actuales: Latitud 34, una publicación de neto corte literario, era armada e impresa en los talleres de la Penitenciaria Nacional.
La variedad de actividades creativas simultáneas que llevaba a cabo, por otra parte, no le ahorraba complicaciones incluso familiares. Perrone es otra vez quien las relata recurriendo a su personaje: “Nimbetta -ancho de cara, los labios gruesos y sensuales, el pelo hacia atrás, una frente amplísima- llegó con las manos en los bolsillos, medio encorvado, andando ligero”. Era con su mujer con quien había tenido problemas: “empezamos a discutir delante de los chicos. Después te la sigo, le dije, ahora están los chicos, y me mandé a mudar -suspiró-. Al fin tiene razón, pobrecita. A la mañana en Emelco, a la tarde en el diario, a la noche en el teatro -se rió-. Los pibes, cuando entro, señalan: ¿Quién es ese?”.
Lugares y tareas, teñidas por el ritmo febril, también se entremezclaban: “Nimbetta se encorva aún más, hunde la cabeza y estira el brazo. Cambia un color, acentúa una línea. Se endereza. Su pequeña figura enfundada de negro queda en pie, sobre el decorado. La tela está desparramada sobre el piso y ocupa todo el sótano del diario”. No obstante era otro “el sótano donde Nimbetta trabajaba con su teatro experimental. Era un amplio sitio, que abarcaba el subsuelo de un teatro -ahora convertido en cinematógrafo- en las proximidades de Plaza Constitución. Allí se ensayaba todos los días -salvo muerte- desde las nueve de la noche a las primeras horas de la madrugada”.
Esa pasión desplegada fue, claro, la que le permitió poner en escena el Hamlet de William Shakespeare, el Gran Dios Brown de Eugene O’Neill y La putain respectueuse de Jean Paul Sartre. La misma pasión que ejerció en los cincuenta en el teatro Cervantes.
De 1958 es, en tanto, un magnífico dibujo del padre Leonardo Catellani, quien aparece retratado encendiendo su pipa y ataviado con la boina y el ancho cinturón de cuero con que se ceñía la sotana y que tanto disgustó, en su momento, a los jesuitas ortodoxos de la vestimenta. Esa imagen, impresa alguna vez como postal, la incluí en 1977 en mi libro Conversaciones con el padre Catellani. Era otra forma, aunque modesta, de no callarnos ante la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional.
Tres revistas que hicieron historia, aunque en épocas diferentes, lo tuvieron también como protagonista. Eran todavía los cincuenta por de pronto, cuando diagramó y dibujó con pocas tapas de la legendaria De Frente, la publicación del no menos mítico John William Cooke.
De los sesenta, en cambio, es la anécdota que cuenta Norma Osnajansky recordando a María Bedoian: “nos conocimos en 1968, cuando ella tenía 22 años y ambas trabajábamos en la revista Dinamis, editada por el Sindicato de Luz y Fuerza. No era una revista sindical; salía a la calle a competir en el mercado y allí las dos aprendíamos, todavía, a ser periodistas. Alfredo Bettanin se negaba a diagramar nuestras notas hasta tanto no se las entregáramos con títulos y copetes a medida: ˈ5 líneas de 40 espaciosˈ, ˈ10 por 33ˈ, ˈ2 por 17ˈ. El Tano nos azuzaba; “hamacate en éstas si algún día querés trabajar en un diario grande. ¿Acaso no querías ser periodista?”. Muchas de las notas de Arturo Jauretche -es válido el recuerdo- aparecieron en Dinamis antes de ser incorporadas en sus libros.
Personaje estelar por tercera década consecutiva, el 23 de noviembre de 1971, su dibujo de Juan Domingo Perón ilustró la tapa del primer número de Las Bases. El quincenario, pieza periodística importante en la recta final hacía el retorno, lo contó además como director de Arte, mientras su hijo Leonardo era uno de los redactores permanentes. La columna que en cada número escribía Perón fue acompañada además, sobre todo en los fascículos iniciales, por plumas como las de José María Castiñeira de Dios, Rodolfo Galimberti, Miguel Gazzera, Dardo Cabo, Leónidas Lamborghini, Luis Alberto Murray, Luis Soler Cañas y un Juan Sosa que escondía, en rigor, al historiador de la izquierda nacional Norberto Galazzo. El Humor de bases, que ocupaba la última página, era responsabilidad del plumín de un muy joven Caloi.
En 1974, con el peronismo otra vez en el gobierno, Bettanin “en el gran vestíbulo del Teatro General San Martín, realizó su primera exposición como pintor. Un Rosas magnífico -escribirá en Clarín Luis Soler Cañas- un Macedonio a la altura interior del metafísico de No todo es vigilia la de los ojos abiertos, estupendas visiones pictóricas de Jorge Luis Borges, de Raúl Scalabrini Ortiz, de John William Cooke, de Juan Domingo Perón, un sugestivo y personalísimo autorretrato y un panel en que quiso y logró, con alarde de síntesis entre pensamiento, arte y técnica, una visión de la auténtica historia argentina, tal como él la veía y la sentía, fueron algunas de las notas predominantes en esa muestra que nos dio la medida exacta de un Beta modernísimo, de vanguardia auténtica, que, más allá de su dominio preciso del oficio dibujístico y colorístico, requería del contemplador una actitud y una aptitud reflexiva ciertamente no superficial”.
El mismo Soler Cañas, visiblemente emocionado es también el que certificará en ese verano de 1975 que “nunca lo vi sereno al Tano Beta. Nunca, excepto la noche en que, como asistiendo a un sueño increíble, lo vi reposar en su ataúd. Parecía como si su cuerpo, ya pequeño de por sí, se hubiera empequeñecido más todavía. Su rostro estaba por fin blanco, sin rastros de color de su sangre generosa, durmiendo tal vez su primera noche definitivamente tranquila: la postrera, la que Dios reserva a todos. Esa noche que para él -tengo que decirlo aunque como cristiano acate los designios de mi creador- llegó muy pronto, demasiado pronto”.
Esa prontitud, sin embargo, le evitó sucesos espantosos. Guillermo, uno de sus hijos, fue desaparecido por la represión en mayo de 1976. Franco Salomone -en un libro de título equívoco aunque de datos importantes -cuenta a su vez lo que sucedería al año siguiente en el Barrio Gráfico de Rosario: “el 2 de enero de 1977, a las cinco y media de la tarde, la tragedia se abatió sobre sus vidas con la fuerza de un tornado. Un grupo de hombres armados y uniformados llegó hasta el domicilio de los Bettanin. En el jardín de la casa fusilaron frente a su madre al diputado Leonardo Bettanin”, muriendo también su hermana Cristina.
Es un hecho histórico, lo sé, la muerte de Darwin Passaponti narrada por Jorge Perrone y atrapada después por el arte del dibujante. Cada vez que miro esa obra, sin embargo, lo que aparece ante mis ojos es Alfredo Bettanin, un hombre entero, afirmado en sus piernas abiertas, con ensimismamiento perplejo pero a la vez mirando, desafiante, hacia el porvenir, sosteniendo en sus brazos el cuerpo quebrado de su hijo Leonardo.
- Camaño, Juan Carlos; Los periodistas desaparecidos; Norma; 1998.
- Chávez, Fermín;
- Alpargatas y libros; Theoría; 2003.
- Castañeda, un gringo, Fray Reginaldo y un Darwin cristiano;
Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas; 1998.
- Hernández, Pablo José;
- Conversaciones con el padre Castellani; Colihue-Hachette; 1977.
- El asno del pensamiento nacional. Vida de Luis Soler Cañas;
Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas; 1996.
- Las Bases; número 1; 23 de noviembre de 1971.
- Perrone, Jorge; Se dice hombre; Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires; 1952.
- Salomone, Franco; Maten al mensajero; Sudamericana; 1999.
- Soler Cañas, Luis;
- Clarín; 20 de febrero de 1975.
- Jauja; Noviembre de 1969.
jueves, 15 de octubre de 2015
70 AÑOS DEL 17 DE OCTUBRE MARTÍN GARCÍA
El 8 de octubre de 1945, como particular regalo de cumpleaños, el coronel Juan Perón era encarcelado y –alterando la normativa militar- internado en la isla de Martín García, jurisdicción de la Armada. “¡que me fusile un pelotón de andinistas, si falté al Ejército, o que me metan en Villa Devoto si he cometido algún delito”, clamó el preso.
Sin embargo, la detención obedecía a otras causas: la subversiva política social que, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión había concedido entre otras cosas, vacaciones anuales a los peones de campo, la antipatía del sector antiargentino del departamento de Estado en Washington y, sobre todo, la amenaza de que el sonriente coronel continuara al frente de la Nación tras la celebración de elecciones libres.
Al odio de clase provocado en la oligarquía tradicional, se sumaba –con no menor antipatía- la chatura de aquellos que siempre han pensado que si los “negros” viven como yo, entonces me convierto en otro “negro”. De ese sector surgió la alianza de dos hombres que, de no haber existido el coronel, seguramente hubieran tenido importantes destinos en el ejército uno y en la UCR, el antiguo partido popular, el otro. En efecto, el general Eduardo Ávalos y el doctor Amadeo Sabattini se aliaron para sacar “del ala”, diría el caudillo de Villa María, al molesto Perón.
No se equivocaba en sus cálculos Sabattini, Ávalos poco entendía de política, y analizaba correctamente el marco político social del escenario. Salvo un detalle: las cuevas masas trabajadoras que , integradas con los veteranos de décadas de lucha sindical, habían poblado los barrios periféricos de las grandes ciudades, aportando además la vieja historia de las luchas por la independencia, las de las montoneras federales y, por fin, las de la chusma radical que enfrentando a los radicales elegantes habían seguido con pasión a Don Hipólito en sus horas de gloria.
EL SUBSUELO DE LA PATRIA
Los episodios del 17 de octubre de 1945 han sido relatados una y mil veces por historiadores y protagonistas. Al punto que es fácil caer en la reiteración. Existen, de todos modos, temas relevantes, que todavía se prestan a debate
La importancia del suceso. Nada menos que la irrupción de la clase trabajadora en la condición de protagonista de nuestra historia, y lo rico de muchas de las descripciones existentes hace que uno se limite a sintetizar los hechos principales, presentar sus puntos de vista y eche mano de algunos de los más ricos testimonios.
“Yo hice el 17 de Octubre”, afirma con escasa modestia y dudoso acierto el venerable Cipriano Reyes. ¿Quien lo organizó, en realidad? “¡Que se yo Nadie...Todos...” fue la respuesta que dio a esa pregunta de Arturo Jauretche el puntero de Gerli Pedro Arnaldi, cuando el martes le dio la primicia. “La gente se viene para Buenos Aires”, le contó al líder de FORJA, que se desayunaba en ese momento, “Todos están con Perón”
“La cosa”, dice Félix Luna, “había empezado bien temprano, a la hora en que los obreros van llegando a las fábricas con la bronca del madrugón y el sabor amargo del mate en la boca. Pero esta vez no entrarían. Una consigna transmitida casi telepáticamente los detenía en los ingresos, los iba agrupando afuera y los fue sacando hacia las avenidas.”
“En la mañana” –contaba Ángel Perelmen-“...vinieron a buscarnos al Sindicato....unos compañeros de Barracas.
-¿Que pasa?
-En Avellaneda y Lanús la gente se está viniendo al centro...No sabemos quien lanzó la consigna, pero toda la gente está marchando hace algunas horas hacia Buenos Aires.
-Pero la CGT...dio la orden de la huelga general. ¿Qué es esta marcha?
- No sabemos. La cosa viene sola. Algunas fábricas que estaban trabajando...han parado el trabajo, pero los hombres, en vez de irse a la casa, enfilan hacia Plaza de Mayo.”
“Había comenzado ya la histórica jornada del 17 de octubre” dice Fermín Chávez, “con su epopeya popular, sin parangón en la historia política contemporánea. El día en que el pueblo irrumpió con toda la carga de viejas injusticias y de justos resentimientos contra la Argentina oficial. Una rebelión que pudo ocurrir en cualquier momento, empujando a los dirigentes desde abajo, porque el peronismo de octubre fue, por sobre todas las cosas, la realidad que se alzaba contra las formas racionales que le habían sido impuestas desde arriba, en la década del 80. Era en suma la faz escondida de la Argentina: la parte grande del témpano, inmersa y oculta bajo la línea de flotación...Faz que los viejos políticos y la intelligentzia desconocían y ni podían imaginar siquiera.”
Recuerda Leopoldo Marechal: “Era muy de mañana...El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García...De pronto me llegó desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y en seguida su letra: ‘Yo te daré / te daré, Patria hermosa / te daré una cosa / una cosa que empieza con P / ¡Peroooon!’ Y aquel ‘Perón’ retumbaba como un cañonazo...Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina ‘invisible’ que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas y que no bien las conocieron les dieron la espalda.”
La alegría y los cánticos. Esa era la característica identificatoria de los que desembarcaban en una ciudad que los miraba con temor y desconfianza. Perón no es un comunista / Perón no es un dictador / Perón es hijo del pueblo / y el pueblo está con Perón.
Américo Ghioldi, entre la poesía y los análisis sociológicos, intentaba explicar los hechos, seis días después: “En los bajos y entresijos de la sociedad hay acumuladas miseria, dolor, ignorancia, indigencia más mental que física, infelicidad y sufrimiento. Cuando un cataclismo social o un estímulo de la policía moviliza las fuerzas latentes del resentimiento, cortan todas las contenciones morales, dan libertad a las potencias incontroladas, la parte del pueblo que vive ese resentimiento y acaso para su resentimiento, se desborda en las calles, amenaza, vocifera, atropella , asalta a diarios, persigue en su furia demoníaca a los propios adalides permanentes.”
Otra forma de cataclismo fue la que vio Raúl Scalabrini Ortiz. “Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en las densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el simiento básico de la Nación que asomaba como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto...eran los hombres que están sólos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación.”
EVITA Y EL 17
A esta altura el debate sobre la participación de Evita Duarte en la organización de la jornada de octubre resulta ocioso.
No tiene valor alguno la leyenda que la pone a la cabeza de los trabadores o la hace circular por los gremios, lanzando consignas. Evita no tenía en octubre de 1945 ni la experiencia que ganaría aceleradamente en los años siguientes, ni mucho menos las relaciones políticas y sindicales indispensables.
Tuvo que seguir los acontecimientos por radio y, sólo después de medianoche pudo reunirse con Perón.
A medio día la multitud en la Plaza era de varios miles. Algunos uniformados preocupados pretendían que la policía la desalojara, pero era evidente la actitud complaciente de ésta.
José María Rosa, que se había acercado, tal vez con más curiosidad que otra cosa, cuenta que oyó “consignas nacionalistas -nuestras consignas- que me desconcertaron porque no imaginaba que hubieran gente de bromas infantiles y procederes hidalgos,...que atravesaba el Riachuelo a nado, que venía de los más apartados arrabales para jugarse por un amigo, era mi gente, sentía la vida como yo, tenía mis valores, no se manejaba por palabras sino por realidades: era el pueblo, era mi pueblo, el pueblo argentino,...tantas veces
mencionado en los programas de los partidos políticos y en los editoriales de los diarios...No era una entelequia: era algo real y vivo. Comprendí donde estaba el nacionalismo. Me vi multiplicado en mil caras, sentí la inmensa alegría de saber que no estaba sólo, que éramos muchos.”
El embajador Sir David Kelly recibió el pedido de los gerentes de los ferrocarriles ingleses de quejarse al gobierno porque los trabajadores abandonaban sus tareas. “En la tarde de ese día decidí que era necesario ir a la Casa Rosada para decir que debían asumir la responsabilidad de proteger los ferrocarriles. Debo confesar que me impulsaba asimismo una enorme curiosidad por saber que estaba pasando. Al acercarme a la Casa Rosada había un cordón de policía montada, pero no hacía esfuerzo alguno por impedir el paso de la gente ni se metía para nada con la multitud. El chofer quería retroceder y tuve que insistir para que siguiera adelante a muy poca velocidad. Tal como lo había esperado la multitud nos dio paso, no bien vio la bandera inglesa, limitándose a gritar en forma amistosa: ‘¡Abajo Braden! ¡Viva Perón!’. Llegué a la Casa Rosada y el ministro de Marina (el único que estaba en ese momento) me prometió que haría todo lo posible en el asunto de los ferrocarriles; pero por el momento ni el mismo estaba seguro de lo que estaba sucediendo.”
Ni siquiera Perón estaba seguro. Las noticias que le llegaban al Hospital Militar hablaban de cientos de miles ocupando la Plaza de los grandes acontecimientos. Frente al Hospital, una manifestación de avisados, enterados de la presencia del coronel demostraba la veracidad de las noticias. Entre las visitas que recibió estuvo un preocupado, ¿arrepentido?, Avalos. No se sabe qué conversaron, aunque se vio al ministro gesticular ampulosamente. Perón no se recordaba cuando Luna le preguntó.
“...A Avalos lo vi en la Casa de Gobierno. Al menos no recuerdo haberlo visto a Avalos en el Hospital Militar. El que vino a verme fue el general Pistarini, de parte de Farrell. Yo le dije ‘mire, yo hago lo que ustedes quieran...No soy una manzana de la discordia...Ustedes han hecho un disparate y ahí tienen las consecuencias...
Entonces me llevaron a la Casa de Gobierno. Cuando llegué allí me encontré con Farrell, los ministros, los generales, etc. Me dijo Farrell: ‘Bueno, Perón, ¿qué pasa?’ Yo le contesté:
- Mi general, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la lucha...
- Eso ya está listo - me contestó - y no va a haber problemas.
- Bueno, entonces me voy a mi casa...
- ¿No, déjese de joder! -me dijo y me agarró de la mano- esta gente está exacerbada, nos van a quemar la Casa de Gobierno...Venga, hable.
Entonces fui al balcón y hablé lo que pude improvisar en aquel momento. Imagínese, ni sabía lo que iba a decir...¡tuve que pedir que cantaran el Himno para poder armar un poco las ideas! Y así salió aquel discurso.”
Antes de la llegada de Perón, Avalos había intentado utilizar al coronel Mercante, conocido de los trabajadores, para calmar a la multitud. Mercante, desde el balcón, recibió la orden de que le dijera a la gente que Perón estaba a salvo. Sabiendo que otros trabajadores venían camino a la plaza tomó el micrófono y comenzó su discurso con las palabras “El general Avalos”. La multitud lo obligó a callarse y no lo dejó continuar. Mercante se encogió de hombros y Avalos empezó a hervir.
La farsa continuó cuando Eduardo Colom sorpresivamente apareció en el balcón. El editor de La Epoca , el único periódico que apoyaba a Perón, agitó un ejemplar de la última edición y pidió permiso para dirigirse a la masa. Mientras Avalos titubeaba, el temperamental Colom tomó el micrófono. ‘Compatriotas’, comenzó, ‘el general Avalos me anuncia que el coronel Perón está en libertad.’ ‘No lo creemos’, fue la respuesta del coro. ‘Yo tampoco’, continuó el periodista, ‘pero voy al Hospital Militar donde me espera, y dentro de quince minutos lo traeré a este balcón. En tanto nadie se mueva.’”
Pasadas las once de la noche, Perón apareció, acompañado por Farrell, en el balcón. “Al ver su inconfundible figura, la imagen que durante toda la jornada había reclamado la gente, estalló una ovación que duró un cuarto de hora.”
El presidente pudo decir unas palabras, entre cánticos e interrupciones de la multitud, que no le mostraba hostilidad gritando “Farrell y Perón / un sólo corazón.” La plaza entera cantó el Himno Nacional y, por fin, “Una explosión de multitud saludó su primera palabra:
-¡Trabajadores!
De allí en adelante no fue un discurso sino un diálogo lo que se oyó. En la Plaza de Mayo hubo una comunión de amor y fidelidad consagrada una y cien veces por la multitud.”1
“...hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida; la de ser soldado, la de ser un patriota, y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón, y ponerme con ese nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.
Dejo el honroso uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la patria. Por eso doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo...
-¡Es el pueblo! ¡Es el pueblo!
Esto es el pueblo sufriente, que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria. Es el mismo pueblo que en esta histórica plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer a este pueblo grandioso en sentimiento y número.
-¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?
Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino, porque interpreto este movimiento colectivo, como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria.
Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda.
-¡Nunca! ¡Nunca!
Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón, como lo podría hacer con mi madre.
-¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?
Preguntan ustedes donde estuve: estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo fraternal y cariñoso a nuestros hermanos del interior, que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la patria.
Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de Trabajo y Previsión, que fue y seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida: que todos los trabajadores sean un poquito más felices.
-¿Donde estuvo? ¿Donde estuvo?
Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo.
Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso hace poco les
dije que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja habrá sentido en estos días.
-¡Un abrazo para la vieja!
Se que se había anunciado un movimiento obrero; ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo. Y piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas...
-¡Mañana es San Perón!
Y por única vez...ya que nunca lo pude decir como secretario de Trabajo y Previsión...les pido que realicen mañana el día de paro...
-¡Mañana es San Perón!
...festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria.
Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros, y, finalmente recuerden que estoy un poco enfermo de cuidado, y les pido que recuerden que necesito un descanso que me tomaré en el Chubut. Ahora para reponer fuerzas y volver a luchar codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto si es preciso.
Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido estos días.”
Enrique Manson
Octubre de 2015
PROLOGO DE LA RAZÓN DE MI VIDA
Este libro ha brotado de lo más íntimo de mi corazón.
Por más que, a través de sus páginas, hablo de mis
sentimientos, de mis pensamientos y de mi propia vida, en todo
lo que he escrito, el menos advertido de mis lectores no
encontrará otra cosa que la figura, el alma y la vida del
General Perón y mi entrañable amor por su persona y por su
causa.
Muchos me reprocharán que haya escrito todo esto
pensando solamente en él; yo me adelanto a confesar que es
cierto, totalmente cierto.
Y yo tengo mis razones, mis poderosas razones que
nadie podrá discutir ni poner en duda: yo no era ni soy nada
más que una humilde mujer... un gorrión en una inmensa
bandada de gorriones ... Y él era y es el cóndor gigante que
vuela alto y seguro entre las cumbres y cerca de Dios.
Si no fuese por él que descendió hasta mí y me enseñó a
volar de otra manera, yo no hubiese sabido nunca lo que es un
cóndor ni hubiese podido contemplar jamás la maravillosa y
magnífica inmensidad de mi pueblo.
Por eso ni mi vida ni mi corazón me pertenecen y nada
de todo lo que soy o tengo es mío. Todo lo que soy, todo lo que
tengo, todo lo que pienso y todo lo que siento es de Perón.
Pero yo no me olvido ni me olvidaré nunca de que fuí
gorrión ni de que sigo siéndolo. Si vuelo más alto es por él. Si
ando entre las cumbres, es por él. Si a veces toco casi el cielo
con mis alas, es por él. Si veo claramente lo que es mi pueblo y
lo quiero y siento su cariño acariciando mi nombre, es
solamente por él.
Por eso le dedico a él, íntegramente, este canto que,
como el de los gorriones, no tiene ninguna belleza, pero es
humilde y sincero, y tiene todo el amor de mi corazón.
E V A P E R O N
miércoles, 14 de octubre de 2015
Los debates al interior del Congreso de Tucumán - julio de 1816
Agradecemos a la pagina el Historiador, y al Prof. Felipe Pigna que es el actor intelectual de ese espacio por tomar y citar los artículos de José María Rosa, en esta ocasión reproducimos el texto publicado con motivo de los debates al Interior del Congreso de Tucumán
El 9 de julio de 1816 el Congreso de Tucumán declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero la cuestión de la emancipación no era lo único a debatirse. Durante las sesiones que se celebraron ese año, se suscitó un intenso debate respecto a la forma de gobierno que adoptarían las Provincias Unidas. A continuación transcribimos un fragmento del libro Historia Argentina, de José María Rosa, en donde el autor rescata esta polémica, y las diferentes posturas de los protagonistas de aquellas jornadas.
Fuente: José María Rosa, Historia Argentina, Tomo III, “La Independencia (1812 – 1826)”, Buenos Aires, Editorial Oriente S. A., 1992, pág. 168- 171.
El 26 de mayo el Congreso de Tucumán aprobaba el “plan” o nota de materias que deberían tratar en sus sesiones, elaborado por Gascón, Bustamante y Serrano. (…) El 3 de julio… (el Congreso) se dispuso entrar a tratar la independencia… (…)
Solamente los diputados de Tucumán y Jujuy tenían instrucciones de hacerlo. Pero Belgrano había llegado a Tucumán con la noticia de que Inglaterra se desinteresaba de la causa de América, y por lo tanto sus consejos no tenían el valor que tuvieron los de Strangford cuando apoyaba, por lo menos de palabra, a la Revolución del Río de la Plata. San Martín era otro campeón de la independencia; por esa causa se había separado de Alvear y alejado de la logia. Güemes también la sostenía. En cuanto a las provincias de la liga de Artigas, entendían –como lo escribía Artigas a Pueyrredón el 24 de julio- que “hace más de un año enarboló su estandarte tricolor y juró independencia absoluta y respectiva” (en el Congreso de Oriente, que debió ocurrir el primer día de sus sesiones el 29 de junio de 1815. Los diputados cedieron a la presión de Belgrano, San Martín, Güemes y Artigas…
Modificación del acta, y juramento (19 de julio).
" ... Libres de los reyes de España y su metrópoli", podía permitir anexarse como colonia a Inglaterra como lo quiso Alvear en 1815, o a Portugal como habría de proyectarse en breve. Medrano pidió sesión secreta el 19 de julio y exigió que en la fórmula del juramento a tomarse al ejército se agregase “... y de toda otra dominación extranjera", variándose de paso el acta pues "de este modo se sofocaría el rumor esparcido por ciertos hombres malignos de que el director del Estado, el general Belgrano y aun algunos individuos del Soberano Congreso alimentaban ideas de entregar el país a los portugueses". Naturalmente fue acordado, aunque tal vez a regañadientes.
La cuestión de la forma de gobierno (julio).
El 6 de julio había sido recibido Belgrano, en sesión secreta, para informar del estado de Europa y las posibilidades de la guerra contra España. Sus palabras precipitaron la declaración de la independencia.
Dijo: 1) que si la Revolución había merecido en un principio simpatías de las naciones europeas "por su marcha majestuosa", en el día y debido a "su declinación en el desorden y la anarquía... sólo podíamos contar con nuestras propias fuerzas"; 2) que las ideas republicanas ya no tenían predicamento en Europa y ahora "se trataba de monarquizarlo todo", siendo preferida la forma monárquica-constitucional a la manera inglesa; 3) que la forma de gobierno conveniente al país era, por eso, la monarquía "temperada" llamando a la dinastía de los Incas "por la justicia que envuelve la restitución de esta Casa tan inicuamente despojada del trono", el entusiasmo general se despertaría en los habitantes del interior, y podía "evitarse así una sangrienta revolución en lo sucesivo"; 4) que España estaba débil por la larga guerra contra Napoleón y "las discordias que la devoraban', pero con todo "tenía más poder que nosotros y debíamos poner todo conato en robustecer el ejército"; que Inglaterra no ayudaría a España a subyugarnos, "siempre que de nuestra parte cesasen los desórdenes"; 5) que la llegada de tropas a Brasil no tenía miras ofensivas contra nosotros, y sólo "precaver la infección (del artiguismo) en el territorio del Brasil"; que el carácter del príncipe don Juan era pacífico y "enemigo de conquistas", y estas provincias no debían temer movimiento de aquellas fuerzas.
Las palabras de Belgrano encontraron eco cuatro días después en la declaración de la independencia, ya que debíamos hallarnos "librados a nuestras propias fuerzas". Y en el debate sobre forma de gobierno que empezaría en la sesión del 12, donde la gran mayoría -y después la unanimidad menos Godoy Cruz- estaría por la forma monárquica con un descendiente de los Incas.
El origen de ese debate sobre forma de gobierno, antes de una discusión constitucional, es notable. El presidente, aprobada en la sesión del 12 el acta de la independencia (que sería modificada el 19), propuso se estableciese el sello del Congreso; Bustamante observó que debería esperarse a la forma de gobierno, pues de ella dependerían las armas y timbres que lo adornarían; Acevedo empezó a tratar el tema inclinándose por "la monarquía temperada en la dinastía de los Incas" con capital en el Cuzco. Fue apoyado por otros oradores que no nombra el acta.
El debate seguiría el 15. Oro dijo que sería conveniente consultar antes la voluntad de las provincias, y si el debate seguía "precediéndose sin aquel requisito a adoptar el sistema monárquico constitucional a que veía inclinados los votos de los representantes, se le permitiese retirarse del Congreso".
Fray justo faltó a las siguientes sesiones, comunicando el 20 por boca de Laprida que "el no asistir a las discusiones acerca de la forma de gobierno era porque las consideraba extemporáneas y por la necesidad de consultar antes a su Pueblo, pero que lo haría si el Soberano Congreso se lo ordenase" dándole un documento para satisfacer a San Juan que no le había dado instrucciones a ese respecto. Aceptado, Oro volvió a las sesiones. No es que fuera republicano, como ha recogido la leyenda, sino meticuloso de sus poderes. En las sesiones secretas del 4 de setiembre, donde se votó la forma de gobierno, aprobó la monarquía constitucional - y algo más también - con el solo agregado de "que esto podrá hacerse cuando el país esté en perfecta seguridad y tranquilidad".
El 19 siguió el debate: Serrano analizó las ventajas de un gobierno "federal" (por decir republicano) "que hubiera deseado para estas Provincias", pero ahora "por la necesidad del orden y la unión, rápida ejecución de las providencias y otras consideraciones" se inclinaba a la monarquía temperada; Acevedo renovó que se adoptase la monarquía del Inca, adherida por Pacheco. El 31 Castro se adhirió a la monarquía constitucional con el Inca; lo mismo hicieron Rivera, Sánchez de Lorca y Pacheco, y considerando este último suficientemente discutida la materia pidió votación. Acepta Acevedo siempre que se vote el agregado de que el Cuzco sería la capital del nuevo reino; opónese a esto último Gascón, que quería mantener la capital en Buenos Aires. No se votó por entender que si había pronunciamiento general en favor de la monarquía temperada, no era lo mismo en cuanto a la dinastía del Inca y a la capital en el Cuzco. El 5 de agosto Thames, que preside, se manifiesta en favor del Inca; Godoy Cruz se expresa en favor de la monarquía pero no acepta al Inca, arrastrando a Castro, que rectifica su voto en favor del Inca dado anteriormente; Aráoz cree que debe tratarse primeramente la forma de gobierno y después establecerse la dinastía; Serrano también se pronuncia en contra del Inca y es rebatido por Sánchez de Lorca y Malabia, sostenedores del monarca indígena. El 6 de agosto, Anchorena pronunció el único discurso en favor del republicanismo del debate (que rectificaría al votar), diciendo que la forma monárquica convenía a los países aristocráticos de la zona montañosa de América, pero no sería aceptada en la llanura, de hábitos más populares. Creía que la sola manera de conciliar tipos tan opuestos era "la federación de provincias".
¿Quién sería el descendiente del Inca que se proponía para rey de América del Sur? ... En las burlas de los periodistas de Buenos Aires, se dijo que al rey patas sucias habría que buscarlo en alguna pulpería o taberna del altiplano. Pero no era cierto que los partidarios de la coronación de un Inca no tuvieron en cuenta quién sería el candidato: Tupac-Amaru tenía un hermano, ya casi octogenario, preso en los calabozos de Cádiz, y parientes en su confinamiento de Tinta. En uno u otros pensaban los diputados de Tucumán.
Debe comprenderse que por el estado de las ideas en Europa, la forma monárquica parecía ser la conveniente para conseguir que se reconociese la independencia. Y antes que un príncipe español, o portugués, o francés, o inglés, era más patriótico coronar uno nativo de América. El principio de la legitimidad era agitado por la Santa Alianza, ¿y qué monarca más legítimo en América del Sur que el descendiente de sus antiguos reyes? El proyecto no era tan descaminado, y debe reconocerse que la capital en el Cuzco como quería el catamarqueño Acevedo significaba la unidad de América del Sur.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
martes, 13 de octubre de 2015
Carlos Mugica: muerte y resurrección Por Pablo Adrián Vázquez
El 11 de mayo de 1974 fue signado por la tragedia. El padre Carlos Mugica había
celebrado misa en la iglesia de San Francisco Solano, en el barrio porteño de Villa Luro,
situada la misma en la calle Zelada 4771. Una vez terminada la ceremonia tenía otro
compromiso. Lo esperaban en Lanús, en el Conurbano Bonaerense, para luego ir a un
cumpleaños. Lo había ido a buscar su amigo Ricardo Capelli a eso de las 19: 40 hrs.
para acompañarlo en ese raid en un auto Renault 4 – L.
A las 20. 15 hrs, a la salida del templo, una voz corta el aire con su llamado. Su amigo
Capelli lo recordaba años atrás: “Salí caminando hacia el auto y escuché de espaldas
que lo llamaban: “Padre Carlos”. Era algo normal. Y al segundo escuché que Carlos
decía: “Hijo de puta.” Y automáticamente una balacera atroz. Yo estaba a una casa y
media, a pocos metros, en la misma vereda y sentí un golpe en mi pecho. Las balas me
derribaron. Y caigo mirando hacia donde estaba Almirón. A Carlos lo mató Almirón”.
El asesino en cuestión fue el comisario Rodolfo Eduardo Almirón, el jefe operativo de
la A. A. A. El secuaz del ministro de Bienestar Social, e ideólogo de la Triple A, José
López Rega bajó de su auto y le disparó al sacerdote 5 tiros, dándole un cobarde tiro de gracia en la espalda.
El padre Vernazza salió de la iglesia, al oír los disparos, y corrió a darle la
extremaunción. Los llevaron a ambos en un viejo Citroën y fueron trasladados al
hospital Salaberry, Mugica murió mientras Capelli fue trasladado a otro nosocomio, al
tiempo que el grupo de “el Brujo” estuvo temeroso que el sobreviviente delatase al asesino.
Tras su entierro en el cementerio de Recoleta, las versiones iniciales sindicaron a la
organización Montoneros del hecho. Mugica, que había conocido de jóvenes al núcleo
inicial de los futuros ajusticiadores del dictador Pedro Eugenio Aramburu, los instaba a
deponer las armas. A su vez, las críticas del grupo al accionar del Padre fueron duras
por su cercanía a López Rega en el Ministerio. Estas tensiones sirvieron de excusa para
que sectores de la derecha peronista y detractores de “la M” los pusiesen en la mira de
la condena social por el luctuoso suceso.
La verdad, se supo años después, fue otra. La condena a Almirón llego tarde y la muerte lo encontró en la cárcel.
Quien fue Mugica? Nacido el 7 de octubre de 1930 en el seno de una familia
tradicional. Su padre Adolfo Mugica, del conservador partido Demócrata, fue legislador,
y luego ministro y canciller del presidente desarrollista Arturo Frondizi,
mientras que su madre Carmen Echagüe era descendiente del general federal Pascual Echagüe.
De sus 7 hermanos fue quien optó, a los 21 años, por colgar los libros de Derecho y
optar por el sacerdocio. Se incorpora en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires, se
ordena como sacerdote en 1959, se relaciona en Resistencia con el monseñor Juan José
Iriarte, y luego con el cardenal Antonio Caggiano, mientras desarrollaba su magisterio
como docente en la Universidad de El Salvador y ejercía sus funciones sacerdotales en
la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro.
Su asistencia a los humildes desde la parroquia de Santa Rosa de Lima, su acercamiento
al peronismo y su opción por el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo lo definen integralmente.
Hélder Camara, Camilo Torres y el Che fueron, junto a Perón, sus referencias políticas
para encaran su ministerio con los mas necesitados en la actual Villa 31.
En el Barrio Comunicaciones levantó la parroquia Cristo Obrero, en la que ejerció su
compromiso hasta el día de su asesinato, y también colaborando con el padre Jorge
Vernazza, como vicario de la parroquia San Francisco Solano.
En 1967, viajó, en nombre de monseñor Podestá, a Bolivia, para reclamar el cuerpo del
Che e interesarse por la suerte de los prisioneros que acompañaron al Comandante Guevara.
Los hechos se precipitan. La puja con monseñor Aramburu se intensifica al tiempo que
su compromiso con al lucha popular se afianza. El responso a los combatientes
montoneros caídos en un enfrentamiento, junto al padre Hernán Benítez lo puso en la
mira de los sectores reaccionarios. Al tiempo que camadas de jóvenes toman su mensaje
y ejemplo como bandera de lucha.También supo utilizar los medios de comunicación a su favor, sumando figuras del mundo artístico a su accionar, pero generando recelos varios.
Hasta se atrevió a escribir una Misa para el tercer Mundo y grabarla en un disco con el
Grupo Vocal Argentino. Amenazado por derecha e izquierda, estigmatizado por su origen de alcurnia y su contacto con los villeros, la entrega al magisterio de Cristo fue absoluta.
Hoy descansan sus restos en la Villa que lo vio trabajar y militar, confiando que 40 años
de su asesinato sean, más que una fecha de homenaje formal, un momento de reflexión
hará re-impulsar nuestro compromiso por un proyecto de liberación encarnado en su ejemplo de cristiano comprometido con el pueblo.
Miembro de Número del Instituto Nacional Manuel Dorrego
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