“El endeudamiento externo vino a
generar más pobreza”, dijo ayer el diputado Axel Kicillof en la Cámara
de Diputados. ¿Entiende de economía, el ex ministro? No sabemos, aunque
su carrera y su gestión reciente parecen indicar que sí.
Lo que
parece saber es historia. ¿Habrá leído a José María Rosa en su Defensa y
pérdida de nuestra independencia económica? No faltará ocasión de
preguntarle. Por ahora nos limitamos a recordar lo que nuestro Pepe
escribía ¡en 1943! Hablando del primer empréstito. Que algún parecido
tiene con los que volveremos a gestionar ahora.
EL PRIMER EMPRÉSTITO
Por
leyes del 19 de agosto y 28 de noviembre de 1822, la Legislatura de
Buenos Aires autorizó al gobierno a contratar un empréstito externo de 5
millones de pesos fuertes (un millón de libras esterlinas), ¿Con qué
objeto? No existían imperiosas necesidades financieras, ni urgentes
motivos militares. El pretexto fue construir un muelle en Buenos Aires,
algunas otras obras públicas, y fundar puertos en el litoral. Rivadavia
marchó a Londres en 1824. No lo concertó él, interviniendo en los
trámites John Parish Robertson y Félix Castro.
El 1º de julio se
firmaba el Bono General (con) la casa de banca Baring Brothers. Se
obtenía al tipo de 70%, Baring entregaba 700.000 libras, pero Buenos
Aires quedaba obligada por un millón.
Rivadavia, el “Más grande civil…”
La
provincia daba como "garantía", la tierra pública, sus rentas, bienes y
territorio: (que) quedaba hipotecada. No siendo suficiente, los
acreedores retuvieron cuatro semestres de intereses y amortizaciones;
(mas) las 7 mil libras de "comisión" que correspondían a Parish y
Castro, y las 3 mil libras "gastadas" en los trámites.
Buenos
Aires recibiría solamente 560.000 libras, quedando hipotecada por un
millón; debiendo girar anualmente 65 mil libras por intereses (6%), y
amortización (1/2 %). Pero hay más: necesitábase metálico, pues el oro y
la plata existentes habían ido desapareciendo con la libertad de
comercio. No obstante, los banqueros no enviaron las libras en oro, sino
en letras de cambio.
Buenos Aires tuvo que pagar un millón en
oro, con sus intereses, por 560.000 libras recibidas en papeles de
comercio ¿Qué hizo el gobierno? Ni construyó el muelle, ni obras
públicas, ni puerto. Tampoco lo empleó en la guerra con el Brasil
declarada el 1° de enero. Procediendo como si no hubiera necesidades
bélicas, (se) fundaba un Banco administrado por particulares con el
objeto de "entretener productivamente" el empréstito con préstamos a los
propios comerciantes extranjeros.
En 1826 deben pagarse los
primeros servicios. La cotización de los títulos había bajado a 58 1/4
(llegaron a estar a 97). Se mandaron - no obstante la guerra - 65.000
oro para cumplir por un año. En 1827 hubo
que venderse la
escuadra (aunque) la guerra con Brasil no había terminado. En 1828 se
declaró la moratoria. La cotización desapareció de la Bolsa de Londres.
¿PARA QUÉ SIRVIO EL EMPRÉSTITO? El gobierno inglés no pudo
hacerse ilusiones sobre el cobro. Pero el objeto de los "empréstitos"
iniciada por Canning en América Española no era que los pequeños
ahorristas ingleses, que poco le interesaban al ministro conservador,
gozaran de una renta del 5 ó 6 % anual en sus inversiones. Su objeto
era atar a los nuevos estados por obligaciones que no podían cumplir,
garantizando con su renta o con toda la tierra pública. La amenaza de
una intervención armada pendería sobre los nuevos Estados. A menos, que
sus gobernantes fueran solícitos con los acreedores, pues Inglaterra
era generosa con sus amigos. En 1833, Balcarce quiso romper relaciones
por el apoderamiento de las Malvinas. La nota Argentina fue rechazada
por Palmerston porque un deudor no puede romper con su acreedor sin
pagar antes su deuda
En 1835, Rosas ocupa el gobierno. Está
resuelto a una lucha contra el imperialismo, y empieza por la Ley de
Aduana y el apoderamiento del Banco. En 1838 se inicia el bloqueo
francés, disimuladamente favorecido por Inglaterra. Rosas hace mover a
su favor a los comerciantes ingleses de Buenos Aires perjudicados y
anuncia en 1839 que "si no fuera por el bloqueo" reanudaría los
servicios del empréstito. Provoca una conmoción en la City: se forma un
"Comité de Tenedores de títulos Hispanoamericanos" que inicia una
campaña contra el bloqueo. El Times, órgano de los pequeños ahorristas,
se hace eco. La Casa Baring envía un comisionado y Palmerston poco menos
que ordena a Thiers que levante el bloqueo. Pero Rosas no puede, o no
quiere, reanudar los servicios. Entretiene a Falconnet hasta 1842 con
las "necesidades de guerra", que diferían sus buenas intenciones hasta
la terminación de la misma.
En 1844 gobiernan los conservadores,
y Lord Aberdeen está al frente del Foreign Office. La intervención de
Inglaterra y Francia es ya un hecho. Rosas se prepara para resistirla, y
como pronta medida entrega a Falconnet cinco mil pesos plata mensuales
destinados a los servicios del empréstito. No pagaba ni la quinta parte
de los intereses anuales, pero algo era. Los tenedores de títulos se
llenan de alegría. Al producirse la agresión de 1845, Rosas cesa el pago
alegando el bloqueo. Los tenedores, el "Comité" y el Times gritan
contra Aberdeen; también los comerciantes ingleses de Buenos Aires y sus
proveedores de Londres. La caída de los conservadores del poder en 1846
se debió en alguna parte a la puja de los intereses movidos por Rosas.
Vuelve Palmerston al Foreign Office, y, acaba por hacer la paz. El
"Comité" y la casa Baring quieren que en el tratado Southern se
establezca un pago ajustado de los títulos, pero Rosas se opone. Pagará
lo que él pueda: no más de los cinco mil pesos plata mensuales
convenidos en 1844 con Falconnet. Palmerston cede ante la tenacidad de
Rosas. En 1850 y 51 se abonan los cinco mil pesos mensuales.
¿Un nuevo Rivadavia?
La
caída de Rosas en 1852 hace subir los títulos, que saltan a 70. Se
espera que el nuevo gobierno sea más dócil a Inglaterra. Y efectivamente
el ministro de Hacienda de la Riestra concierta el arreglo "de los
bonos diferidos" por el cual se entregaban títulos por 15 millones en
pago del millón contratado en 1824 y sus intereses atrasados, e
intereses de intereses etc. etc... En 1904 se acabó de pagar totalmente
la obligación de Rivadavia. Habían sido abonados 23.734.706 pesos oro
por 3 millones realmente recibidos (5) y en papel.
Rosa, José María, Defensa y pérdida de nuestra independencia económica, Buenos Aires 1943
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